Un contraste sorprendente para quienes conocen la vibrante energía de este barrio. Pero el silencio no era signo de apatía, sino de una poderosa declaración. El lunes 3 de febrero, muchos negocios hispanos en La Villita y a lo largo de la calle Cermak, participaron en el movimiento "Un Día sin Inmigrantes". Este inusual cierre masivo no fue un simple día de descanso, sino una protesta contundente contra las políticas migratorias de la administración Trump.
Telemundo Chicago documentó el cierre de numerosos establecimientos, la mayoría con letreros explicando su adhesión a la campaña. "Tenemos que unirnos para apoyar," comentó Guadalupe Angela Vázquez, dueña del restaurante Atardecer Acapulqueño, "cerrando todos vamos a ver el impacto en la economía. Nos afectará, pero posiblemente ganaremos más."
La señora Vázquez, como muchos otros, reconoció la pérdida económica inmediata, pero apostó por una ganancia a largo plazo, una victoria en la lucha por los derechos de los inmigrantes. La estrategia, que se viralizó rápidamente en redes sociales, buscaba demostrar la importancia de la comunidad inmigrante en la economía estadounidense a través de una ausencia sentida.
Sin embargo, la respuesta no fue monolítica. Mientras muchos negocios permanecieron cerrados, algunos restaurantes hispanos decidieron abrir sus puertas, comprometiéndose a donar una parte de sus ganancias a organizaciones defensoras de los derechos de los inmigrantes. Esta decisión refleja la complejidad y diversidad de opiniones dentro de la propia comunidad hispana frente a este importante tema.
El impacto visual de las calles casi desiertas de La Villita, un símbolo de la vida y el trabajo de la comunidad hispana, resaltó la fuerza de este movimiento de protesta y la incertidumbre sobre el futuro de las políticas migratorias en Estados Unidos.