Hallazgo Macabro en Refugio de Animales: Comercio Ilegal de Restos Humanos

El punto de partida fueron dos dedos humanos. Sí, leíste bien. Estos dedos, regurgitados por perros tras la muerte de su dueño, fueron recogidos del basurero por Kinman, quien trabajaba en el refugio. En lugar de desecharlos, ella los llevó a casa, los conservó en un frasco con formol… y ahí empieza la historia realmente extraña.
La policía, alertada por un informante anónimo, allanó la vivienda de Kinman. Lo que encontraron fue impactante: además de los dedos en formol, había una colección bastante peculiar: “una garra de caimán, un cráneo de ave, una pata de cobayo y dientes de sus propios hijos,” según reportes de la Australian Associated Press. Pero lo más sorprendente fue el descubrimiento de la afiliación de Kinman a un grupo de Facebook, "Bone Buddies Australia".
Este grupo, según las investigaciones, se dedica a la compraventa de restos biológicos. Kinman planeaba vender los dedos humanos encontrados por aproximadamente 400 dólares australianos (unos 253 dólares estadounidenses). Su intención era comercializarlos a través de esta red online.
La acusación contra Kinman incluía conducta ofensiva con restos humanos, un delito que podía acarrear hasta dos años de prisión. Sin embargo, el magistrado Andrew Sim, calificando su accionar como “asombroso” y “enteramente extraño,” la sentenció a 18 meses de servicio comunitario, incluyendo 150 horas de trabajo comunitario.
El caso de Kinman ha puesto en relieve la problemática del comercio ilegal de restos biológicos, un mercado oscuro que opera en línea, utilizando plataformas como Facebook para conectar a compradores y vendedores. La investigación también ha abierto el debate sobre la necesidad de una regulación más estricta en este ámbito, tanto en Australia como a nivel internacional. Se han mencionado ejemplos similares en Estados Unidos, Europa y Asia, resaltando la complejidad del problema y la necesidad de una cooperación global para combatirlo.
Más allá del fallo judicial, el impacto en la vida de Kinman ha sido significativo: perdió su empleo y enfrentó un fuerte escrutinio público. La familia del fallecido, cuyos restos fueron involucrados en este peculiar caso, ha preferido mantener un perfil bajo para evitar mayor sufrimiento.