Este jueves 10 de julio, el papa León XIV alzó la voz en un mensaje contundente: "Estamos llamados a vivir con ellos una liberación, sobre todo de la soledad y del abandono". Las palabras del primer pontífice estadounidense-peruano no son casualidad: coinciden con la preparación de la V Jornada Mundial de los Abuelos y los Ancianos, que se celebrará el 27 de julio próximo.
El análisis del Papa va más allá del discurso compasivo:
- Califica el crecimiento demográfico de adultos mayores como "un signo de los tiempos"
- Plantea que el Año Jubilar 2025 debe ser punto de inflexión
- Reivindica el rol social de los ancianos como "testigos de esperanza"
Lo interesante es cómo
León XIV construye su argumento. Por un lado, retoma el legado de Francisco I citando sus palabras posteriores a la última hospitalización:
"Nada puede impedirnos amar, rezar, entregarnos". Por otro, establece una
relación simbiótica entre generaciones:
"Si la fragilidad de los ancianos necesita del vigor de los jóvenes, la inexperiencia de los jóvenes necesita del testimonio de los ancianos".
El documento vaticano no se limita a la reflexión. Propone acciones concretas:
- Transformar parroquias en redes de apoyo activo
- Promover visitas sistemáticas a ancianos solos
- Reconocer estas visitas como peregrinaciones jubilares alternativas
La referencia bíblica no pasa desapercibida. Al mencionar a
Abraham, Sara y Moisés, el Papa subraya un mensaje teológico: la ancianidad como etapa de
"bendición y gracia". Un guiño inteligente a quienes podrían sentirse relegados por su edad.
Entre líneas, el texto revela una crítica social sutil pero firme: la normalización del abandono a los mayores. Frente a esto, León XIV no pide caridad, sino una "revolución de la gratitud" que redefina nuestro contrato intergeneracional.
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