El modus operandi es escalofriante: jóvenes, principalmente varones, son interceptados en las calles, privados de su libertad y obligados a llevar bolsas en la cabeza. La amenaza se materializa en imágenes aterradoras que llegan a los familiares, acompañadas de una exigencia contundente: 100 mil pesos por su liberación.
El temor se ha apoderado del corazón de la comunidad. Algunos comerciantes optan por trasladar a sus familias a otras ciudades o incluso abandonar sus negocios. El silencio se instala ante la intimidación, y muchos prefieren guardar silencio en lugar de presentar denuncias.
La Unión de Comerciantes de Culiacán (UCC), a través de su presidente Óscar Sánchez, ha confirmado la existencia de 13 casos de secuestros express, aunque los reportes sugieren que la cifra podría ser mayor. Las llamadas de extorsión también se han convertido en un espectro constante, alimentando un clima de miedo e incertidumbre.
La tragedia cobra dimensiones más amplias, convirtiéndose en una advertencia sobre la fragilidad de la seguridad en una de las zonas más emblemáticas de la ciudad. La impunidad y la amenaza se erigen como obstáculos que dificultan la búsqueda de una solución a la problemática.