Este año, Monseñor Rogelio Cabrera López, Arzobispo de Monterrey, ha compartido una perspectiva que resuena con la complejidad de las tradiciones en la era moderna. No se trata solo de luces brillantes y regalos, sino de un llamado a recordar el verdadero significado de la época.
"Son tres elementos que siempre han constituido las fiestas de Navidad: las posadas, la cena navideña y la misa de gallo. En las tres ha cambiado mucho la sociedad, no solo Monterrey, sino el mundo," afirmó el líder religioso. Una evolución que, según él, ha diluido en ocasiones el espíritu original de estas celebraciones.
El Arzobispo señaló cambios significativos en la celebración de las posadas: "En muchas posadas, ya no se hace expresamente la relación con el camino de José y María, que buscaban un albergue donde dormir." Similarmente, la cena navideña, a menudo eclipsada por el consumismo, corre el riesgo de olvidar su raíz espiritual.
Para contrarrestar esta tendencia, Monseñor Cabrera hace un llamado a la familia: "Es muy importante que los niños puedan vivir la posada como siempre ha sido y también que en la cena nunca se olvide decirles a los niños cuál es el motivo de la Navidad." Un llamado a inculcar los valores centrales de la tradición en las nuevas generaciones, preservando así la herencia cultural y religiosa.
Más allá de las celebraciones, la reflexión de Monseñor Cabrera se extiende hacia la importancia de la reconciliación familiar. En un mensaje de paz y esperanza, invita a:
- Rezar como herramienta de introspección y cambio.
- Dar el primer paso hacia la reconciliación con aquellos con quienes se tienen diferencias.
- Fortalecer los lazos familiares aprovechando la época para recuperar el buen ánimo.
Su llamado se extiende más allá del ámbito familiar, abarcando temas como la paz social en Nuevo León, la importancia del cuidado del agua y el fomento de las vocaciones religiosas. Una visión holística que integra la fe con la responsabilidad ciudadana y el compromiso con la comunidad.
Finalmente, el Arzobispo concluyó con un deseo de paz y una invitación a la oración, dejando un eco de esperanza para un nuevo año, lleno de responsabilidad personal y acción comunitaria frente a los desafíos globales.