Fue durante este evento que Claudia Sheinbaum reveló detalles de sus conversaciones con el entonces presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump. No se trató de temas económicos ni de migración, como se podría esperar, sino de algo mucho más profundo: la crisis del fentanilo.
Según Sheinbaum, “Trump me preguntó por qué México no enfrenta la misma crisis de consumo de fentanilo que Estados Unidos”. Su respuesta fue contundente: “Le dije que en México, existe una cultura de cuidado a los jóvenes, valores familiares y una campaña nacional previa de concientización, que ahora se renovará”.
Esta nueva campaña, que se presentará en próximos días, se basa en las estrategias exitosas implementadas durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Sheinbaum destacó la importancia de esta iniciativa y su impacto potencial, no solo para México, sino también para la cooperación internacional en la lucha contra las adicciones.
El contraste entre la situación en ambos países es significativo. Mientras Estados Unidos enfrenta una crisis de salud pública por el fentanilo, con cifras alarmantes de muertes por sobredosis, México registra números considerablemente menores. Esta diferencia, según Sheinbaum, se debe a factores culturales y a una estrategia nacional preventiva.
De hecho, un informe del Observatorio Mexicano de Salud Mental y Adicciones (OMSMA) de la Secretaría de Salud, hasta agosto de 2024, registró oficialmente solo una muerte relacionada con intoxicación por fentanilo en todo el país. Esta cifra contrasta drásticamente con las estadísticas estadounidenses, evidenciando la eficacia, al menos hasta el momento, de las políticas mexicanas en este ámbito.
La solicitud de Trump de acceder a la estrategia mexicana subraya la gravedad de la problemática en Estados Unidos y la necesidad de explorar soluciones innovadoras. La colaboración entre ambos países en este tema podría marcar un antes y un después en la lucha contra las adicciones a nivel global.
La anécdota, contada en un evento de entrega de apoyos sociales, transcendió el ámbito local para convertirse en un dato relevante en la relación bilateral entre México y Estados Unidos, reflejando la compleja interacción entre la política nacional y los desafíos globales de salud pública.