El pasado fin de semana, una escena escalofriante se desplegó en el kilómetro 26 + 500 de la carretera Cadereyta-Allende, a la altura de Atongo de Abajo. Una llamada anónima al 911 alertó a las autoridades sobre la presencia de un cuerpo sin vida.
Al llegar al lugar, los agentes se encontraron con un joven de aproximadamente 20 años, completamente desnudo y con la cabeza envuelta en cinta adhesiva. La identidad de la víctima permanece aún desconocida, sumiendo el caso en un velo de misterio que las autoridades buscan desentrañar.
Mientras tanto, en un giro inesperado de eventos, la tranquilidad de la colonia Fomerrey 78 en Monterrey se vio interrumpida por un operativo de Fuerza Civil. Una patrulla detuvo un vehículo Versa blanco que circulaba de manera errática. Dentro del auto, se encontraban tres individuos: Cleotilde (24 años), José (54 años) y Juan N. (20 años).
La revisión del vehículo arrojó un hallazgo sorprendente: 60 dosis de cristal, una báscula, tres celulares y una cantidad indeterminada de dinero en efectivo. El arresto adquirió un giro aún más significativo cuando se descubrió que Juan N. tenía una orden de aprehensión vigente por homicidio calificado. Los tres fueron puestos a disposición del Ministerio Público.
Estos dos incidentes, aparentemente inconexos, destacan la complejidad de la seguridad pública en la región y la necesidad de una investigación exhaustiva para esclarecer los hechos. "La investigación está en curso, y se espera que pronto se revele más información", declararon fuentes oficiales. El contraste entre la violencia y el misterio del hallazgo en la carretera y el operativo antidrogas en Monterrey, nos deja pensando en las redes ocultas que conectan estos eventos.