Las cifras, frías y contundentes, llegaron desde Nuevo León. Datos presentados por Fernando Cuevas, de Espacio Libre, en una reciente conferencia, revelaron una realidad alarmante: el estado se mantiene como uno de los más violentos del país, superando incluso a Sinaloa en homicidios durante 2024, con un incremento de 500 asesinatos respecto al año anterior. Esto representa un duro golpe a la narrativa del progreso.
Pero la estadística que más impacta es la relacionada con los feminicidios. Con 169 mujeres asesinadas en 2024, de las cuales 59 fueron clasificadas como feminicidios, Nuevo León se posiciona por segundo año consecutivo como el segundo estado con mayor número de casos. “Un fracaso continuado bajo la sombra de la esperanza”, resumió Cuevas la situación, atribuyendo parte de la responsabilidad al gobierno anterior de Samuel García.
La respuesta desde el gobierno federal, liderado por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, reconoció la problemática. Se apuntó a la falta de coordinación entre la Fiscalía y el gobierno estatal como principal obstáculo. Se mencionó una
- Estrategia de seguridad de cuatro ejes,
- Con la coordinación como elemento crítico y ausente.
La mención de una estrategia de atención a las causas de fondo se quedó en una declaración general, sin detalles concretos. La promesa de “cero impunidad” queda en suspenso ante la falta de mecanismos efectivos y reales para su cumplimiento. La brecha entre la narrativa oficial y la dura realidad en Nuevo León sigue siendo una herida abierta en el tejido social del estado.
La situación, en resumen, plantea interrogantes sobre la eficacia de las políticas de seguridad implementadas y el camino hacia una paz duradera en un estado marcado por la violencia.