La incertidumbre inicial se centraba en la ubicación exacta de la supuesta amenaza. La confusión inicial apuntaba hacia el Pabellón M, situado entre las avenidas Ocampo y Juárez. Unidades de la Policía de Monterrey, junto con personal de Protección Civil, realizaron una inspección exhaustiva del área, sin encontrar ningún artefacto explosivo. Sin embargo, la alerta no cesó ahí.
El foco de atención se trasladó rápidamente al estacionamiento del Pabellón Ciudadano, en la colonia Obrera. La magnitud de la respuesta fue impresionante: un despliegue significativo de Fuerza Civil, Guardia Nacional, Ejército Mexicano, además de las fuerzas municipales ya presentes, se concentró en el lugar. El acceso al estacionamiento fue completamente bloqueado.
“Parecía una escena de película”, comentó un testigo presencial, un joven que salía del Pabellón Ciudadano completamente ajeno a la situación hasta ese momento. La ironía residió en la normalidad con la que el edificio operaba en medio del caos, con ciudadanos entrando y saliendo sin mayor conocimiento del operativo.
Equipos especializados, incluyendo binomios caninos, iniciaron un minucioso rastreo de cada vehículo estacionado. Si bien "no se encontró nada sospechoso hasta el momento," según fuentes oficiales, la restricción en el acceso al estacionamiento se mantuvo por varias horas. El operativo, a pesar de no confirmar la presencia de explosivos, demostró la capacidad de respuesta coordinada de las autoridades de Monterrey ante una situación de alta sensibilidad.
La situación, aún con el levantamiento del operativo, deja una sensación de tensión palpable. La investigación continúa para determinar el origen de la amenaza y dar con los responsables, si los hay. Los detalles de la llamada anónima que inició todo siguen sin ser revelados públicamente.