Miércoles 22 de enero de 2025, la conferencia matutina de la presidenta Claudia Sheinbaum ofreció un vistazo —somero, dirían algunos— al acuerdo comercial con la Unión Europea. Se resaltó la eliminación del polémico capítulo sobre energía, un aparente triunfo para la soberanía energética, según la narrativa oficial. Pero, ¿es todo lo que parece?
La mandataria, siguiendo la línea de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, mencionó el "Plan México" para fortalecer la producción nacional. Sin embargo, faltaron detalles cruciales. ¿Se alinea el acuerdo con la UE con este plan? ¿O se priorizó la apertura comercial a expensas de la industria mexicana? La falta de respuestas concretas genera más preguntas que respuestas.
Se mencionó también un capítulo sobre la lucha contra la corrupción. Si bien suena positivo, la eficacia de este capítulo requiere un análisis profundo. La corrupción, un problema arraigado en la administración pública mexicana, necesita soluciones contundentes, más allá de declaraciones de buenas intenciones.
¿Funcionará realmente este nuevo capítulo? Esa es la gran pregunta.
La opacidad en torno al acuerdo es preocupante. Preguntas clave siguen sin respuesta:
- ¿Qué concesiones se hicieron en el acceso a los mercados?
- ¿Qué protecciones se garantizan para los productores mexicanos?
- ¿Cómo se asegura que el acuerdo no beneficie desproporcionadamente a las empresas europeas?
La narrativa oficial pinta un panorama optimista, pero la realidad es más compleja. El acuerdo comercial con la UE presenta una mezcla de luces y sombras, un escenario que requiere un análisis mucho más detallado y transparente para comprender su verdadero impacto en la economía y el futuro de México.