El epicentro de este evento se sitúa en el estacionamiento de un centro comercial, un lugar aparentemente anodino que alberga un pasado turbulento. Allí, un monumento, un cenotafio dedicado a Edgar Guzmán López, hijo de Joaquín "El Chapo" Guzmán, ha sido completamente destruido por una explosión. La magnitud del daño es considerable, dejando tras de sí solo escombros y preguntas sin respuesta.
"Nadie se atrevía a tocarlo," comentan fuentes locales, refiriéndose al cenotafio que durante años permaneció intacto, desafiando el paso del tiempo y el cambio de poder en el Cártel de Sinaloa. Este acto de audacia, de abierta destrucción, se produce en medio de una cruenta guerra entre facciones rivales.
La muerte de Edgar Guzmán en 2008, también en medio de una violenta disputa interna dentro del cártel, sirve como un paralelo macabro a los eventos actuales. Su asesinato, a manos de quién o quiénes aún se discute, marca un hito en la historia sangrienta de la organización. Edgar, hermano de Ovidio y Joaquín Guzmán López (ambos presos en Estados Unidos), y medio hermano de Jesús Alfredo e Iván Archivaldo Guzmán, líderes de la facción "Los Chapitos", era una figura clave, aunque en la sombra, dentro del complejo entramado familiar.
La actual confrontación se intensifica entre "Los Chapitos" y la facción liderada por Ismael Zambada Sicairos, "El Mayito Flaco", hijo de Ismael "El Mayo" Zambada. Se rumorea que la entrega de "El Mayo" a autoridades estadounidenses en julio, presuntamente orquestada por Joaquín Guzmán López, hermano de Edgar, es el detonante de esta nueva etapa de violencia.
Mientras que las primeras semanas después de la supuesta entrega transcurrieron con relativa calma, desde septiembre la violencia ha escalado exponencialmente. Culiacán, y gran parte de Sinaloa, han sido testigos de un aumento alarmante en los enfrentamientos armados, asesinatos y desapariciones, creando un clima de miedo e incertidumbre entre la población.
La destrucción del cenotafio, un acto simbólico cargado de significado, deja tras de sí más interrogantes que respuestas. ¿Fue un acto de venganza? ¿Una demostración de poder? Las investigaciones oficiales aún no ofrecen una explicación clara, pero la explosión confirma una escalada de la violencia en una lucha por el control del imperio del narcotráfico en Sinaloa. La ausencia de un comunicado oficial por parte de las autoridades solo acentúa la gravedad de la situación.