El epicentro de esta inusual actividad se encuentra en las oficinas de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR). Ahí, más de 3,000 migrantes, provenientes de países como Haití, Venezuela, Cuba, El Salvador, Guatemala y Honduras, entre otros, se encuentran esperando ser atendidos. La cifra es abrumadora, especialmente considerando la capacidad de atención diaria del centro, limitada a apenas 300 personas.
Esta masiva concentración no es un evento aislado. Representa una realidad compleja, alimentada por “las nuevas políticas migratorias en Estados Unidos, implementadas durante la administración de Donald Trump,” y la consecuente dificultad para cruzar la frontera norteamericana. Muchos buscan en México una alternativa, un espacio para regularizar su situación y acceder a oportunidades laborales formales.
La situación ha generado escenas impactantes: personas durmiendo en las inmediaciones de las instalaciones de COMAR, esperando su turno para iniciar los trámites legales que podrían cambiar sus vidas. La presión es evidente, palpable en la ansiedad y la incertidumbre que se respira en el ambiente.
El panorama se vuelve más complejo al analizar las cifras de COMAR para el 2024: se registraron 78,975 solicitudes de protección en todo el país. Las oficinas de Tapachula, Chiapas (50,742 solicitudes), Ciudad de México (14,367) y Tabasco (4,537) fueron las más solicitadas. En cuanto a las nacionalidades, Honduras (27,888), Cuba (17,884) y Haití (10,853) encabezaron la lista, seguidas por El Salvador, Venezuela y Guatemala.
La sobredemanda en Naucalpan refleja la creciente presión migratoria que enfrenta México. Mientras la situación en la oficina de COMAR se mantiene tensa, la necesidad de una solución eficiente y humanitaria para atender esta creciente demanda se vuelve cada vez más urgente. Las autoridades enfrentan el reto de ampliar la capacidad de atención y agilizar los procesos para brindar una respuesta adecuada a esta crisis humanitaria.