Fue durante la conferencia matutina del 31 de enero de 2025, encabezada por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, donde el tema de la cooperación con Estados Unidos tomó un giro inesperado. Aunque Sheinbaum hizo hincapié en la existencia de una mesa de diálogo permanente entre ambos países para abordar temas de migración y tráfico de fentanilo, la realidad que se percibió fue muy diferente a la imagen de cooperación que se intentaba proyectar.
El trasfondo de la situación lo conforman las presiones ejercidas por la administración Trump. "Sus amenazas de aranceles y la vaga definición de sus objetivos, sin métricas claras, plantean serios interrogantes", según analistas políticos. Estas presiones, se centran principalmente en la detención de delincuentes, el decomiso de armas y, sobre todo, el frenado del flujo de fentanilo hacia Estados Unidos.
Sheinbaum, en su intervención, resaltó los “cuatro principios” que rigen la estrategia bilateral: responsabilidad compartida, confianza mutua, colaboración y respeto a la soberanía. Sin embargo, la falta de datos concretos sobre los avances obtenidos generó un vacío informativo preocupante. La sensación general fue que se optó por una narrativa política que busca minimizar las tensiones con Estados Unidos, más que ofrecer soluciones tangibles.
El canciller Ebrard aportó una perspectiva económica a la discusión, destacando las graves consecuencias para la economía estadounidense en caso de imponer aranceles. Su análisis, aunque contundente, se percibió como una respuesta reactiva ante las amenazas de Trump, en lugar de una estrategia proactiva para evitar una escalada del conflicto. El hecho de que muchas empresas exportadoras a Estados Unidos sean de capital estadounidense, si bien es cierto, no aborda el problema principal: la dependencia económica de México y su consiguiente vulnerabilidad ante las presiones de su vecino del norte.
La situación se complica aún más con las declaraciones de Trump, quien llegó a amenazar con enviar migrantes a Guantánamo. Esta amenaza pone de manifiesto la asimetría de poder entre ambos países, y la falta de garantías de un trato digno para los migrantes mexicanos. El mensaje de Sheinbaum sobre el diálogo de iguales y la dignidad del pueblo mexicano, aunque legítimo, no logra disipar la sensación de que México se encuentra en una situación compleja, navegando entre la necesidad de cooperación y la defensa de su soberanía.
En resumen, la conferencia no ofreció respuestas contundentes a las demandas de Estados Unidos. La mesa de diálogo, en lugar de ser una plataforma para una cooperación efectiva, parece haberse convertido en un espacio para la gestión de crisis. La falta de transparencia y de métricas claras deja una sensación de incertidumbre y precariedad sobre el futuro de la relación bilateral entre México y Estados Unidos.