La detención a manos del ICE, el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos, marcó el inicio de una experiencia que, según su testimonio a Sin Embargo, estuvo lejos de ser sencilla. Hernández relata cómo él y sus compañeros fueron sometidos a un arresto con esposas en manos, pies y cintura, un procedimiento que describió como humillante.
“Nos tratan como delincuentes”, afirmó Hernández, haciendo hincapié en la falta de consideración y el trato recibido durante el proceso. Añade que, a pesar de las promesas de que sus pertenencias les serían devueltas al llegar a México, nada de lo que llevaba consigo fue recuperado. Su deportación involucró un largo trayecto, primero a Florida, luego a Brownsville, antes de su regreso a México.
El calvario no terminó ahí. A pesar de ser originario de Acapulco, Guerrero, las autoridades mexicanas lo enviaron a Coatzacoalcos, Veracruz. Sin recursos económicos y sin la posibilidad de acceder a un albergue —supuestamente por falta de espacio— se encontró en una situación vulnerable.
El apoyo del programa “México te abraza”, implementado tras el endurecimiento de las políticas migratorias de la administración Trump, parece haber fallado en su caso. Si bien el programa ofrece asistencia financiera, albergue y alimentos, Hernández relata que solo recibió agua durante su traslado a la Ciudad de México. Describe la situación en estos términos: “A mí en lo personal no nos dieron nada más que agua… Más que nada les estaban dando prioridad a las mujeres y a los niños… pero en mi caso personal… ‘tú te puedes ir para allá, aguantas más’, pero no es así somos seres humanos”.
Este caso contrasta con la declaración de la secretaria de gobernación, Rosa Icela Rodríguez, quien el 28 de enero aseguró que los centros de atención para migrantes en ciudades fronterizas estaban vacíos. Cabe destacar que la detención de Hernández ocurrió el 29 de enero, llegando a Veracruz el 1 de febrero y a la Ciudad de México el 4 de febrero. La discrepancia en las fechas plantea interrogantes sobre la efectividad y la accesibilidad real de los recursos destinados a apoyar a los migrantes deportados.
La falta de coordinación entre las autoridades mexicanas y estadounidenses, y la aparente insuficiencia del programa "México te abraza" en casos como el de Jonathan, evidencian la necesidad de una revisión profunda de las políticas y la atención a los migrantes deportados.