Pulquerías de CDMX: lucha por su supervivencia como Patrimonio Cultural

En el corazón de la capital, la preocupación por la supervivencia de las pulquerías tradicionales se ha convertido en un clamor. Artistas, artesanos y productores de pulque se han unido para exigir a las autoridades de la Ciudad de México que reconozcan a estos establecimientos como Patrimonio Cultural Inmaterial. El detonante: la clausura de varias pulquerías emblemáticas, como "La Tlaxcalteca" y "La Paloma Azul", desde enero pasado, por parte del Instituto de Verificación Administrativa (Invea).
La manifestación, un mar de pancartas con consignas como "Todos somos hijos del maguey", se llevó a cabo en el cruce de Eje 8 Popocatépetl y Eje Central, en la alcaldía Benito Juárez. No se trató solo de una protesta; fue una declaración de principios. Los participantes, con la fuerza de una tradición milenaria detrás, rechazaron la etiqueta de "giros negros" impuesta a las pulquerías, argumentando que representan mucho más que una simple venta de alcohol.
Noé Lucas, administrador de una pulquería en el Centro Histórico, explicó el impacto directo en la economía local: "Mi establecimiento emplea a tres personas y se abastece de maguey de campesinos en Tlaxcala. Tras una inspección del Invea, tuvimos que actualizar nuestra documentación para evitar sanciones". Su caso, lejos de ser único, refleja la realidad de decenas de negocios familiares que dependen del pulque. La amenaza de cierre no solo afecta a los propietarios, sino a la cadena completa, desde el productor hasta el consumidor, tejiendo una red de interdependencias que se extiende más allá del ámbito comercial.
Más allá de la problemática administrativa, se encuentra una lucha por preservar un espacio de convivencia comunitaria. Las pulquerías, más que establecimientos comerciales, se definen como centros culturales que ofrecen un lugar para el encuentro, la expresión artística y el intercambio social. La petición, con el peso de la historia y la tradición, se ha convertido en un llamado a la reflexión: la protección del patrimonio cultural no es un tema menor, sino una cuestión de identidad, de historia viva.
El gobierno capitalino, por su parte, ha asegurado que busca evitar que estos espacios se conviertan en focos de violencia y ha mencionado la necesidad de cumplir con normativas sobre horarios, venta responsable de alcohol y regulaciones vecinales. Mientras tanto, la comunidad cultural mantiene su postura, firme en la defensa de sus tradiciones y el valor invaluable de las pulquerías.