En Sasabe, Arizona, a la sombra de la barrera fronteriza, Robert Ortiz, agente de la Patrulla Fronteriza con 11 años de experiencia, nos ofrece una perspectiva desde la línea de frente. "No creamos las leyes, solo las aplicamos," afirma Ortiz, enfatizando el rol de su agencia. Su trabajo diario, más allá de las detenciones, implica una constante interacción con la población. "Si hablas con la gente de los pueblos fronterizos, te dirán que la Patrulla Fronteriza suele ser la primera en responder a cualquier emergencia."
Una gran confusión, explica, reside en la creencia de que la Patrulla Fronteriza decide quién es deportado. La decisión de deportación no recae en la agencia. "Nosotros aplicamos la ley, y después, ya no depende de nosotros," aclara Ortiz. Su labor se centra en la vigilancia de cruces fronterizos ilegales. Cualquier persona, incluyendo ciudadanos estadounidenses, debe ingresar por un puerto de entrada oficial. "Quien cruce la valla sin hacerlo, comete una entrada ilegal," puntualiza, incluyendo en esto el tráfico humano.
En este escenario, surgen las historias de grupos humanitarios como los Tucson Samaritans. Gail Kocourek, voluntaria con más de una década de experiencia, describe su labor: "Les damos comida, agua, un hombro donde llorar… y esperamos a la Patrulla Fronteriza." La colaboración, según Kocourek, es generalmente buena. "Ellos saben que salvamos vidas, y prefieren encontrarnos a una persona viva que un cuerpo."
La interacción entre la Patrulla Fronteriza y grupos humanitarios es clave. Ortiz confirma que a menudo reciben llamadas de estos grupos para recoger a migrantes que han cruzado ilegalmente. "Tenemos un trabajo que hacer, y lo haremos con su ayuda o sin ella," añade. Respecto a las cifras, Ortiz señala una reducción significativa en el número de arrestos diarios, alrededor de 250 actualmente, un descenso notable con respecto a los máximos registrados en diciembre de 2023.
Un posible factor clave en esta disminución es una proclamación presidencial de junio de 2024, que establece la deportación inmediata de no ciudadanos sin base legal para permanecer en Estados Unidos, con la posibilidad de una prohibición de cinco años para regresar y posibles cargos criminales. El Departamento de Seguridad Nacional reportó una disminución de más del 40% en los encuentros fronterizos tres semanas después de la proclamación.
Las complejidades del desierto sonorense, tejidas con historias de leyes, migración y solidaridad, se revelan en la interacción entre la Patrulla Fronteriza y quienes operan en sus márgenes. Un espacio donde la aplicación de la ley y la asistencia humanitaria se entrecruzan.