Aunque la compañía se ha mantenido firme en su compromiso con Israel, donde ha estado presente desde 1974, recientes decisiones han generado incertidumbre. Intel ha reducido su plantilla global en 16,500 empleados, una medida que ha impactado directamente sus centros de investigación y desarrollo (R&D) en el país. Los recortes, que se han implementado en los centros de Haifa, Petah Tikva y Jerusalén, se centran en áreas clave como CPUs, inteligencia artificial, software y ciberseguridad.
Las consecuencias de estas decisiones son aún inciertas, pero se estima que los tres centros de R&D verán reducida su fuerza laboral. Esta situación se suma a la postergación de la construcción de una planta de fabricación de semiconductores en Kiryat Gat, un proyecto de $25 mil millones que había recibido un apoyo gubernamental de $3.2 mil millones.
Intel ha justificado estas medidas como una respuesta a las "condiciones comerciales, la dinámica del mercado y la gestión responsable del capital". Sin embargo, la realidad es que la empresa enfrenta fuertes presiones en un mercado cada vez más competitivo. La reciente pérdida de $16.6 mil millones en el tercer trimestre de 2024, la mayor en su historia, refleja la difícil situación que atraviesa el gigante de los chips.