En el centro de esta compleja situación se encuentra el equipo de básquetbol Philadelphia 76ers y su ambicioso plan para una nueva arena. Inicialmente, se aprobó la construcción de un estadio de 1.300 millones de dólares en el corazón de la ciudad, un proyecto que prometía revitalizar el área de Market East. Esta decisión, tomada el 19 de diciembre, fue recibida con júbilo por algunos y con profunda preocupación por otros.
Sin embargo, un giro inesperado ha sacudido la escena. Según reporta el Philadelphia Inquirer, los 76ers han dado marcha atrás. La construcción del 76 Place, con capacidad para 18.500 espectadores, ha sido cancelada. Varias fuentes dentro del consejo municipal confirmaron la noticia, generando un clima de incertidumbre y controversia.
La decisión llega tras un acuerdo con Comcast Spectacor, propietarios del Wells Fargo Center, donde actualmente juegan los 76ers. Aunque los detalles del nuevo acuerdo permanecen en secreto, se especula sobre una renovada permanencia en su ubicación actual. Ni los 76ers, la oficina de la alcaldesa Cherelle Parker, ni Comcast Spectacor han emitido declaraciones oficiales hasta el momento.
El proyecto original generaba fuertes opiniones. Mientras que la alcaldesa Parker lo consideraba un “proyecto de desarrollo económico histórico y transformador”, generando expectativas de revitalización para Market East, la comunidad de Chinatown expresaba su temor a la gentrificación y al aumento de los alquileres. El concejal Jimmy Harrity, quien inicialmente apoyó la iniciativa, expresó su frustración al periódico, declarando: “Estoy tan furioso ahora mismo que ni siquiera sé qué hacer. Siento que fui utilizado como un peón”.
Los 76ers, pertenecientes a Harris Blitzer Sports & Entertainment, habían presionado para obtener la aprobación antes de fin de año, con la meta de inaugurar el nuevo estadio para 2031. Habían prometido no solicitar fondos municipales para la construcción, aunque sí explorarían opciones de financiamiento estatal y federal. En lugar de impuestos a la propiedad, se comprometían a pagos anuales de aproximadamente 6 millones de dólares.
La cancelación del proyecto deja un vacío en las expectativas de desarrollo de la zona y abre un nuevo capítulo en el debate sobre el crecimiento urbano en Filadelfia, con la necesidad de equilibrar progreso económico y bienestar social.