Crisis en el Manchester United: Ratcliffe y la promesa incumplida
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Un año ha pasado desde una inversión millonaria que prometía la resurrección de un gigante dormido. Un año de altibajos, de promesas incumplidas y de una realidad que se niega a ajustarse a los ambiciosos planes.
Hablamos, claro está, del Manchester United y la llegada de Jim Ratcliffe, el magnate petroquímico que desembolsó 1.300 millones de dólares por una parte significativa del club. Su apuesta, convertir al equipo en una potencia mundial, se enfrenta ahora a una dura prueba de fuego.
La llegada de Ratcliffe trajo consigo una ola de cambios. Rubén Amorim, el nuevo entrenador portugués, llegó para reemplazar a Erik ten Hag, despedido tras una serie de resultados desastrosos. Otros nombramientos de alto perfil completaron la reestructuración: Omar Berrada como CEO, Dan Ashworth (director deportivo, aunque su paso fue efímero) y Jason Wilcox como director técnico. La inversión en talento, sin embargo, no se ha traducido en victorias. Se invirtieron alrededor de 260 millones de dólares en fichajes, con jugadores como Joshua Zirkzee y Leny Yoro que no han logrado el impacto esperado.
Las medidas de austeridad, por otro lado, han generado malestar entre los aficionados. “Los aficionados no deberían pagar el precio por la mala gestión y la mala propiedad anteriores,” declaró el Manchester United Supporters Trust. El aumento en el precio de las entradas, que pasaron de 40 a 66 libras, se suma a la creciente frustración. La salida de la leyenda Alex Ferguson de su rol como embajador del club, es otro golpe para la moral.
Los números no mienten. El United acumula pérdidas por 113,2 millones de libras (140 millones de dólares) el año pasado. La situación deportiva es igual de preocupante: el equipo ocupa una decepcionante posición en la Liga Premier, lejos de las aspiraciones de competir por el título y peligrosamente cerca de la zona de descenso. La derrota 1-0 ante el Tottenham, la número 12 en la liga esta temporada, resume a la perfección el panorama actual. “Tengo muchos problemas, mi trabajo es muy difícil,” admitió Amorim, reflejando la presión que se vive en el club.
El ambicioso proyecto de remodelación del Old Trafford, respaldado por el gobierno británico, representa una apuesta a futuro. Pero mientras el United lucha por la estabilidad financiera y deportiva, la promesa de Ratcliffe de devolver al equipo a la cima del fútbol mundial parece, hoy por hoy, más una ilusión que una realidad.
El panorama para el Manchester United es complejo. Las cifras económicas, el mal rendimiento deportivo y el descontento de la afición pintan un cuadro sombrío. La reconstrucción, más que una tarea sencilla, se presenta como un auténtico desafío para Ratcliffe y su equipo.