Kershaw lidera victoria Dodgers; fin a sequía de triunfos

Los aficionados, una marea humana con sus gorras y jerseys, se preparaban para presenciar un juego que, sin saberlo, quedaría marcado en la memoria de muchos.
En la lomita, un veterano lanzador se preparaba para enfrentar a los Cardenales. Hablamos de Clayton Kershaw, un nombre que evoca respeto y admiración entre los fanáticos del deporte rey. Su actuación fue fundamental para la victoria de los Dodgers. Su primera victoria desde agosto pasado fue un triunfo contundente, con un rendimiento que confirma su experiencia y talento. Kershaw (1-0) concretó una sólida labor: “82 lanzamientos, seis hits permitidos, siete ponches y ninguna base por bolas”, una actuación que eclipsó su larga espera por un triunfo.
El triunfo de los Dodgers, con un marcador final de 7-3, no solo evitó una barrida de los Cardenales, sino que también marcó un hito en la carrera de Kershaw. Su última victoria, curiosamente, también se había dado en San Luis, el 18 de agosto de 2024. Esta vez, sin embargo, su rendimiento fue aún más notable, con al menos siete ponches desde el 8 de junio de 2023, en Cincinnati.
Del otro lado del diamante, Tommy Edman fue una pieza clave en la ofensiva de los Cardenales. Impulsó tres carreras con dos hits y un elevado de sacrificio. Mientras tanto, Mookie Betts conectó un jonrón para los Dodgers, demostrando la potencia ofensiva del equipo angelino. Shohei Ohtani, por su parte, solo logró un hit en cuatro turnos al bate. Un dato curioso: el abridor de San Luis, Michael McGreevy (1-1), tenía tan solo siete años cuando Kershaw debutó en las Grandes Ligas el 25 de mayo de 2008, contra los mismos Cardenales. McGreevy, de 24 años, llamado desde Triple-A Memphis, permitió cuatro carreras en seis entradas.
A destacar también las participaciones individuales: Teoscar Hernández (Dodgers) de 4-0 con una anotada; Willson Contreras (Cardenales) de 4-2 con una anotada y una producida; Pedro Páges (Cardenales) de 4-1 e Iván Herrera (Cardenales) de 4-2.
La jornada fue un recordatorio del talento inagotable y la constancia en el alto rendimiento del béisbol profesional. Un juego que, más allá de los números, dejó una huella imborrable en los presentes.