Los Ángeles, Ca.
La consentida de Hollywood y ganadora del Oscar hace todo lo posible por ser normal.
Jennifer Lawrence está empeñada en ser una chica normal, al menos todo lo normal que puede ser alguien que desde el comienzo de la década ha pasado del anonimato a ganar un Oscar y optar a otro, y su rostro empapela hoy paredes por todo el mundo como protagonista de The Hunger Games (Los Juegos del Hambre).
La joven, de tan solo 23 años, reconoció que la vida de Hollywood no le resulta “apetecible”, que le divierte tanto como ver un reality tumbada en el sofá de su casa donde trata, por todos los medios, de que sus visitas no se sientan “intimidadas” por su apabullante y repentina fama.
“Eso es lo último que yo quiero”, comentó la actriz, sentada en una butaca en un hotel en Los Ángeles, relajada después de terminar con las entrevistas para televisión, quitarse los tacones y ponerse una ropa más informal y cómoda, más de acuerdo con su estilo personal.
“Siempre he sido de la forma que soy. Nunca he sentido que tuviera opción a ser de otra manera”, aseguró Lawrence, quien cree que su “tozudez” le ha ayudado a mantener los pies en el suelo y no dejarse arrastrar por la marea de la popularidad.