La historia gira en torno a una pareja joven que se enfrenta a un diagnóstico que amenaza su felicidad. El amor, la familia y la incertidumbre sobre el futuro se entrelazan en un relato que busca explorar la profundidad de la conexión humana.
Florence Pugh y Andrew Garfield, reconocidos por sus interpretaciones en otras películas, se encuentran en el centro de esta trama. Su talento y la química que generan en pantalla logran transmitir la intensidad de las emociones que atraviesan sus personajes, pero la película no termina de aprovechar al máximo sus virtudes. La trama se divide en tres líneas de tiempo diferentes, saltando entre el pasado, el presente y el futuro de la pareja, lo que se convierte en un ejercicio de estilo que no termina de funcionar a su favor.
La película aborda temas como la muerte, la vida y el amor en un contexto moderno, con dilemas como el trabajo, la familia y las relaciones, pero se queda a mitad de camino en la profundidad de su mensaje. Aunque las actuaciones de Pugh y Garfield rescatan momentos de la cinta, la estructura narrativa poco fluida y el uso excesivo de recursos como la pantalla dividida y la música melodramática restan fuerza al relato.