El pasado 17 de diciembre, la atmósfera se cargó de expectación. La lectura del testamento de Silvia Pinal, la icónica figura del cine mexicano, acababa de comenzar. El evento, rodeado de discreción y hermetismo, reunió a familiares cercanos y abogados en una reunión privada.
Sylvia Pasquel, una de las hijas de la fallecida actriz, fue la primera en llegar. Sin embargo, su postura fue clara desde el principio. “Puedes respetar que es algo privado? No he dado entrevistas a nadie, sé que es su trabajo, pero no. No me grabes”, dijo ante las cámaras de Ventaneando, manifestando su deseo de mantener la intimidad del momento.
Alejandra y Luis Enrique Guzmán, otras figuras clave en esta historia, optaron por un discreto ingreso por el garaje. Alejandra, al salir, se limitó a un escueto: “Ahorita no les puedo decir nada, ¿vale?, gracias”. Efigenia Ramos, junto a Michelle y Stephanie Salas, también estuvieron presentes, pero el silencio prevaleció.
Según información proporcionada por Pati Chapoy de Ventaneando, el testamento contempla a hijas, nietas y bisnietas, además de dos o tres amigos cercanos a la actriz. La conductora, sin revelar detalles específicos, mencionó algunos de los bienes incluidos en el documento:
- Casa en el Pedregal, Ciudad de México
- Colección de arte, incluyendo el famoso cuadro de Diego Rivera
- Cuentas bancarias
- Casa en Acapulco
- Inmuebles comerciales en la Ciudad de México
El legado de Silvia Pinal, más allá de sus posesiones materiales, reside en su innegable impacto en la cultura mexicana. Su memoria, imborrable, sigue resonando en la industria del entretenimiento y en el corazón de sus admiradores.