Este año, el New York City Ballet, un pilar de la escena artística neoyorquina desde 1954, vuelve a presentar su emblemática producción de El Cascanueces. Una tradición que, en su 70 aniversario, se renueva con la energía y el talento de una nueva generación de bailarines.
Dos jóvenes promesas, cuyos nombres se han mantenido en reserva por decisión propia hasta el momento, se encuentran en el centro de esta revitalización. "Bailar en El Cascanueces en el Lincoln Center es un sueño hecho realidad, una experiencia indescriptible", confesó uno de ellos en una entrevista exclusiva concedida a un medio local.
Para ellos, no se trata solo de interpretar un papel; es la responsabilidad de mantener viva una tradición, de conectar con la audiencia y transmitir la emoción de esta obra maestra del ballet clásico. Su preparación ha sido rigurosa, demandando incontables horas de ensayo y dedicación absoluta. El camino al escenario ha implicado:
- Intensas jornadas de entrenamiento físico.
- Un perfeccionamiento constante de la técnica.
- Un trabajo profundo en la interpretación de sus personajes.