Se trata de Sadler’s Wells East, ubicado en el Queen Elizabeth Olympic Park, frente al London Stadium. Diseñado por O’Donnell y Tuomey, su llamativa arquitectura, con un techo en forma de sierra y un letrero de neón que dice “You Are Welcome”, ya es un punto de atracción. Con capacidad para 550 espectadores, seis estudios adicionales y un ambiente acogedor, el teatro promete ser un referente en la escena dancística londinense.
La idea de este nuevo espacio surgió en 2013, de la mano del director artístico de Sadler’s Wells, Sir Alistair Spalding, quien visualizó la necesidad de un nuevo recinto de tamaño medio. Diez años después, y tras superar desafíos como el Brexit y la pandemia de Covid-19, la visión se ha concretado gracias al apoyo de la London Legacy Development Corporation y de dos alcaldes de Londres, Boris Johnson y Sadiq Khan. "Sin las Olimpiadas, esto no hubiese sido posible", reconoce Spalding.
Este nuevo teatro representa el cuarto escenario de Sadler’s Wells, sumándose a su sede original en Islington y al Peacock Theatre en el West End. Se espera un incremento significativo en la programación, con un 49% más de espectáculos anuales. La venta de entradas en los recintos existentes de Sadler’s Wells ha superado ampliamente las cifras pre-pandemia, con un aumento del 30% en 2023/24 respecto al año anterior. "La gente quiere volver a disfrutar de algo juntos, en la misma sala", observa Spalding.
El éxito de Sadler’s Wells se debe, en parte, a su evolución. De ser principalmente un espacio de acogida para compañías visitantes, se ha convertido en un impulsor de la danza contemporánea, colaborando con figuras destacadas como Wayne McGregor, Akram Khan, Matthew Bourne y Hofesh Shechter. La apertura del teatro también marca el lanzamiento del Rose International Dance prize, un premio de £40,000 que busca equipararse a reconocimientos como el Turner o el Booker.
Sadler’s Wells East no solo albergará compañías nacionales e internacionales, sino que abarcará una amplia gama de estilos: ballet, danza contemporánea, hip-hop, danza sudasiática y otras expresiones. La temporada inaugural incluye obras como Our Mighty Groove, una performance inmersiva; Impact Driver, con soldadura en vivo; y Find Your Eyes, que combina coreografía y fotografía. Incluso coreógrafos internacionales como William Forsythe y Anne Teresa De Keersmaeker han participado en el diseño del edificio.
La iniciativa también contempla un fuerte enfoque comunitario. Se ofrecerá la mitad de las entradas a un precio inferior a £25 y se crearán espacios para grupos locales. Además, se establecerá la Academy Breakin’ Convention, la primera escuela de hip-hop del Reino Unido, y la Rose Choreographic School, inspirada en la prestigiosa PARTS de Bélgica.
Mientras que instituciones como el Royal Ballet y el Southbank Centre también reportan un gran éxito, la situación es más compleja para artistas independientes, especialmente fuera de Londres. A pesar del entusiasmo del público por la danza, muchos se enfrentan a dificultades financieras significativas.
El auge de la danza parece estar impulsado por varios factores: la efectividad de las redes sociales en la promoción de este arte visual, la búsqueda de una desconexión del mundo digital y el carácter adictivo que algunos le atribuyen: "Cuando la disfrutas, quieres más y más. La gente se vuelve un poco adicta", concluye Spalding.