Pero la fama, como sabemos, tiene dos caras.
Su vida personal, sin embargo, siempre ha estado bajo el escrutinio público. Relaciones mediáticas, como su separación de Fernando del Solar, el padre de sus hijos Luciano y Paolo, o su anterior vínculo con el cantante Charly López, con quien tuvo a su hijo Emiliano, han acaparado titulares. Estas experiencias, marcadas por la intensidad del foco mediático, han tenido un impacto profundo.
Y es que, detrás de la sonrisa de la presentadora, existe una madre que ha priorizado la protección de sus hijos por encima de todo. “Mi prioridad es su bienestar y su tranquilidad”, se le atribuye haber dicho en alguna ocasión, aunque estas declaraciones no fueron públicas ni confirmadas. De ahí la decisión de mantener a su familia alejada del ojo público, incluso evitando mostrar sus rostros en redes sociales, a pesar de compartir imágenes familiares.
La estrategia de Coronado ha sido clara: una cuidadosa selección de lo que se comparte públicamente. Las fotografías familiares son un ejemplo; aunque se muestran momentos de convivencia, la identidad de sus hijos permanece resguardada. Esta decisión, sin duda, refleja una reflexión madura sobre la sobreexposición en el mundo digital y las implicaciones para su familia. No es solo proteger sus imágenes; es proteger su privacidad e infancia.
En un mundo donde la línea entre la vida pública y la privada se difumina cada vez más, la postura de Ingrid Coronado representa una alternativa. Una opción que prioriza la intimidad familiar por encima de la sed de información del público. Una decisión personal, valiente y, ante todo, protege el futuro de los hijos de una figura pública.