Piensen en la presión que supone ser una figura pública, el escrutinio constante de cada acción, cada palabra.
Pete Wicks, un rostro familiar de la televisión británica, sabe muy bien de qué hablamos. Su relación con Megan McKenna, también personalidad televisiva, fue un torbellino que acaparó titulares. El 2016 marcó un antes y un después en su vida, tras revelarse una infidelidad que desencadenó una ola de odio sin precedentes. A sus 37 años, Wicks recuerda con crudeza el impacto de aquella ruptura.
“Recibía amenazas de muerte a diario, me escupían en la calle, me enviaban videos de muñecas colgadas de árboles que estaban quemando. Me sentía como un enemigo público número uno”, confesó en el podcast “We Need To Talk”, conducido por Paul C Brunson. La intensidad del acoso fue abrumadora. No solo sufrió el escrutinio mediático, sino también la ira de un público que, en su mayoría, juzgó sin comprender la complejidad de la situación.
La experiencia le dejó cicatrices profundas. “Sentí una culpa inmensa, pero lo que más me dolía era haber perdido a Megan”, admite. La presión mediática se intensificó aún más cuando participó en "Strictly Come Dancing", recibiendo amenazas incluso por su permanencia en el programa. “Nadie merece recibir amenazas de muerte, se vuelve una situación absurda”, reflexiona.
Sin embargo, Wicks asume su responsabilidad: “Estaba equivocado, siempre lo he reconocido. Nunca quise herirla, pero lo hice. La atención que recibió todo esto me dejó atónito, no sabía qué hacer.” La situación lo llevó a replantearse su vida pública, priorizando su privacidad y bienestar emocional.
Actualmente, Wicks mantiene una relación con Maura Higgins, a quien describe con cariño: “Hemos sido amigos durante seis años. Tenemos el mismo sentido del humor, es superinteligente. Ahora pasamos mucho más tiempo juntos.” La relación parece haberle traído estabilidad, un contrapunto a las tormentas del pasado.
Wicks ha reconocido que se encuentra en una etapa diferente de su vida. “El drama y la realidad ya no son mi prioridad. Ahora es más importante proteger mi vida privada y mostrar una versión más vulnerable de mí mismo.” Su historia es un recordatorio de los costos ocultos de la fama y la importancia de la empatía y el respeto, incluso en un mundo tan expuesto como el de la televisión.