Fito Páez: Intimidad y pasión en el Auditorio Nacional

Había una expectativa particular, un anhelo por algo más, algo… íntimo.
Hablamos, por supuesto, de Fito Páez. Tras su monumental concierto gratuito en el Zócalo, el cantautor argentino ofreció una presentación completamente diferente en el Auditorio Nacional, un espacio que, a diferencia del Zócalo, ofrecía una atmósfera más contenida, aunque no menos intensa.
Diez minutos después de las nueve de la noche, los acordes de “El amor después del amor” resonaron en el recinto prácticamente lleno. El público, aunque con una menor presencia de jóvenes que en el Zócalo, demostraba una energía vibrante y una madurez palpable en su apreciación de la música. Fito, impecable en un traje blanco y zapatos a rayas, se apoderó del escenario.
Desde el piano, interpretó clásicos como "Dos días en la vida", interactuando con la audiencia y dirigiendo a sus nueve músicos con una maestría inigualable. La noche siguió con temas como "La Verónica" y "Tráfico por Katmandú", mostrando un Fito Paéz energético y completamente conectado con el público mexicano.
Un momento destacado llegó con la dedicatoria de "Pétalo de sal". Con un gesto emotivo, Fito compartió: "Yo vengo de un lugar que se llama planeta Tierra, che. Y muy cerquita de mi casa nació y vivió una persona exótica, delirante, hermosa, que nunca se dejó avasallar por lo que pasaba allá fuera. Simplemente fue él y nos deja a todos un legado infinito… Quiero dedicar esta canción a uno de los más grandes artistas del mundo, Luis Alberto Spinetta". La ovación fue ensordecedora.
La respuesta del público fue abrumadora. Aplausos, gritos, y repetidos "¡Fito, te amo!" llenaron el Auditorio. Ante tal muestra de afecto, el argentino, visiblemente conmovido, bromeó: "Me ponen loco porque soy re-pudoroso… No sé si alguien se merece tanto amor".
La noche continuó con una selección de canciones que, aunque diferente a la del Zócalo, se caracterizó por su intimidad. Temas como "Sasha, Sissí y el círculo de baba", "Un vestido y un amor", "Tumbas de la gloria", "La rueda mágica" y "Creo" fueron parte de un repertorio extenso y memorable, dejando una marca indeleble en la audiencia.
La presentación en el Auditorio Nacional, con sus matices únicos y su atmósfera especial, se convirtió en una experiencia musical que contrastó —y complementó— la magnitud del concierto en el Zócalo, consolidando una vez más la conexión entre Fito Páez y su público mexicano.