El foco de atención: una obra maestra de Diego Rivera, un retrato de Silvia Pinal, valuado en 10 millones de dólares. Este lienzo, pintado en 1956, ha sido trasladado de la residencia de la icónica actriz al hogar de su hija, Alejandra Guzmán.
El traslado, ejecutado con sigilo el 22 de enero, no pasó desapercibido. Testigos presenciales, como la reportera Mariana Zepeda, describen la escena: “Aproximadamente como a las 5 de la tarde, se abre el portón y sale Alejandra Guzmán en un automóvil color rojo, nos acercamos con ella, la abordamos, se veía enojada, molesta, no emitió declaración. Media hora después, suben las escaleras, la herramienta (...) después sacan una caja grande de madera y la suben al camión, y vemos que tiene las proporciones del cuadro.”
La decisión, según reportes de medios como De primera mano, se fundamenta en preocupaciones de seguridad. La casa de Silvia Pinal, tras su fallecimiento, permanece casi deshabitada, aumentando la vulnerabilidad ante posibles robos. La periodista Maxine Woodside destaca la presencia de “una banda de colombianos que roban las casas con la mano en la cintura” en la zona, intensificando el temor por la integridad de la valiosa obra.
Sin embargo, la situación genera interrogantes. ¿Se trata del cuadro original o de una de las réplicas que, según el periodista Jorge Carbajal, Silvia Pinal comisionó con fines de seguridad? La posibilidad de que el original resida en el Museo Diego Rivera, tras un préstamo autorizado por la propia actriz, añade una capa de misterio al asunto. Existen reportes de al menos dos réplicas: una en el estudio de grabación de Mujer, casos de la vida real y otra en el teatro que lleva el nombre de Silvia Pinal.
El cuadro, más allá de su valor económico, representa un legado artístico e histórico invaluable. Un símbolo del Cine de Oro Mexicano, una conexión tangible entre la vida de Silvia Pinal y la obra de uno de los más grandes muralistas mexicanos. Su traslado a la casa de Alejandra Guzmán asegura, al menos por ahora, su preservación.
El misterio persiste: la autenticidad de la pieza trasladada y las razones exactas detrás de la operación discreta permanecen como interrogantes abiertas, dejando espacio para futuras revelaciones.