Según el periodista británico Tom Quinn, en su libro "Yes Ma'am: The Secret Life of Royal Servants", se revela que algunos miembros del personal del palacio le dieron a Meghan Markle un apodo poco halagador: “Duquesa de Difícil.” Este sobrenombre, según las fuentes anónimas citadas por Quinn en The London Times, no surge de una personalidad intrínsecamente conflictiva, sino de un choque cultural y de adaptación a un entorno extremadamente complejo.
Una fuente cercana a la situación explicó que “ella podía ser difícil porque le estaba resultando difícil la vida — intentaba encontrar su camino y descifrar las complejidades de un sistema positivamente medieval y laberíntico.” Esta dificultad se ejemplifica en anécdotas como su sorpresa ante la formalidad de la relación entre el Rey Carlos III y su madre, la Reina Isabel II. “Ella dijo una vez: ‘Pero son madre e hijo — ¿por qué son tan rígidos el uno con el otro?’” relata la fuente.
Sin embargo, la imagen que se proyecta no es completamente negativa. Se le atribuye otro apodo, “Mystic Meg,” por su enfoque “new age” y sus posturas progresistas en diversos temas. La adaptación a la dinámica del personal del palacio también fue un desafío. Una fuente defendió a Markle explicando que “un minuto era muy amigable, quizás demasiado, abrazando al personal e intentando hacerse amiga de ellos, y al siguiente estaba irritada por el hecho de que no respondían instantáneamente a todas horas del día y de la noche.” Esto evidencia la diferencia cultural y la necesidad de un período de ajuste.
Además del aspecto interpersonal, Quinn menciona que Markle fue percibida como alguien que deseaba impulsar cambios y actualizar las normas tradicionales del Palacio. Una ex empleada recuerda sus primeras reuniones en el Palacio de Kensington como “extraordinarias porque era tan segura de sí misma que se veía que quería dirigir la reunión en lugar de aprender sobre la familia real a través de la reunión.”
No toda la experiencia fue negativa. Algunas personas del personal valoraban su franqueza y pragmatismo. Un miembro del equipo de comunicaciones del Palacio de Kensington la describió como “muy directa y práctica”. Sin embargo, la “vieja guardia” se mostró reticente a los cambios propuestos por Markle, generando tensiones que, según las fuentes, se intensificaron con la creciente cercanía y afecto que demostró hacia el Príncipe William, lo que generó incluso rumores de una posible relación amorosa.
Después de su renuncia a sus deberes reales y su mudanza a California en 2020, surgieron acusaciones de acoso por parte de Markle hacia el personal, acusaciones que ella ha negado con vehemencia. La historia de la Duquesa de Sussex, más allá de los apodos y las controversias, refleja la complejidad de adaptarse a una institución con una larga tradición y rígidas normas de comportamiento.