Robert Saleh regresa a los 49ers para revivir su defensa en crisis

No es un simple reencuentro: es un movimiento calculado para resucitar una unidad que, en los últimos dos años, pasó de ser una pesadilla para los rivales a un punto débil. "Aquí no hay margen para la paciencia", comentó un miembro del cuerpo técánico bajo condición de anonimato.
Detrás de esta apuesta hay cifras que duelen: en 2024, San Francisco permitió 25.6 puntos por juego (29° en la NFL) y solo logró 17 balones recuperados. Un contraste brutal con la era Saleh (2017-2020), cuando el equipo lideró presiones al mariscal y terminó top-5 en yardas permitidas tres veces. Nick Bosa, estrella defensiva, lo resume así: "Él entiende nuestro ADN. No es solo X's y O's, es actitud".
Mientras tanto, en Tampa Bay, Josh Grizzard asciende para mantener vivo el milagro de Baker Mayfield. Los Buccaneers lideraron la liga en eficiencia en terceros downs (50.9%) en 2024, pero ahora enfrentan el desafío de sostenerlo sin Liam Coen, quien partió a Jacksonville. "El sistema está probado. La pregunta es si Grizzard puede ajustarlo sobre la marcha", señaló un analista de ESPN.
El caso más intrigante quizá sea el de Houston. DeMeco Ryans despidió a su coordinador ofensivo pese a llegar a playoffs, evidenciando la insatisfacción con un ataque que dejó a C.J. Stroud expuesto. Nick Caley, ex-Rams, trae consigo esquemas de Sean McVay, pero deberá improvisar: la línea perdió a Laremy Tunsil y aún no encuentra reemplazo.
Al final, estos movimientos comparten un mismo subtexto: en la NFL moderna, la continuidad es un lujo. Solo uno de cada tres coordinadores debutantes logra mejorar el rendimiento de su unidad, según datos de Pro Football Focus. Los equipos lo saben, pero ante la disyuntiva entre persistir o cambiar, la balanza sigue inclinándose hacia lo segundo.