Ruptura inesperada: Mónica Sada y Vicente Calderón se separan
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Una situación familiar, aparentemente idílica, ha dado un giro inesperado en los últimos meses.
Hablamos de Mónica Sada y Vicente Calderón, una pareja que parecía la encarnación de la estabilidad. Ella, la fundadora y CEO de Unicskin, una empresa de belleza que ha conquistado 30 mercados en poco tiempo, y cuya trayectoria incluso la llevó a la lista de las 50 mujeres más influyentes en el sector de la estética 2024 según Forbes España. Él, dirigiendo la Banca Internacional de Bankinter, con un apellido ligado a la historia del Atlético de Madrid, gracias a su abuelo, el legendario presidente del club.
Su historia de amor, que culminó en una boda civil en 2020 (seguida de una ceremonia religiosa en Lisboa en 2022, tras el aplazamiento por la pandemia), parecía un cuento de hadas. Una unión entre dos mundos, el de las finanzas y el del emprendimiento, unidos por el amor y dos hijos pequeños: Fabiola (4 años) y Vicente (3 años). Pero hace cinco meses, algo cambió.
Fuentes cercanas a la pareja confirman su separación, una decisión tomada de mutuo acuerdo, tras cuatro años y medio de matrimonio. "Hay respeto y cariño y no es solo por los niños, es que son amigos de verdad", afirma una persona cercana. A pesar de la separación, ambos continúan viviendo en el mismo barrio, facilitando así la convivencia con sus pequeños y manteniendo planes familiares.
Los detalles sobre las familias de Mónica y Vicente son igualmente fascinantes. Mónica, hija de Pablo Sada García-Lomas y Uxía Martínez del Campo y Ricoy, desciende de una estirpe aristocrática ligada a la realeza española. Su abuela, Beatriz Ricoy de Borbón, era prima segunda del Rey Juan Carlos. Por su parte, Vicente, hijo de Vicente Calderón y Reyes Bedoya, lleva en sus venas la historia del Atlético de Madrid.
La separación, aunque inesperada, ha sido tratada con discreción y respeto, un reflejo de la relación que mantienen Mónica y Vicente, incluso después de tomar caminos separados.
El futuro es incierto, pero una cosa queda clara: la historia de Mónica y Vicente, más allá de los titulares, es un relato humano complejo, donde la lealtad y el cariño, parecen jugar un papel tan importante como las ambiciones profesionales y los logros empresariales.