Consuelo Duval: Lucha contra la hipocondría y la salud mental

Consuelo Duval, la querida actriz y conductora de "Netas Divinas", recientemente compartió con la prensa un aspecto de su vida que muchos desconocían. A sus 57 años, la figura pública ha abordado públicamente sus desafíos con la salud mental y física, revelando detalles íntimos de su trayectoria.
Después de una compleja cirugía de vesícula y años lidiando con pensamientos obsesivos, Duval ha priorizado un cambio radical en su vida. “Me vale que me digan gorda o no gorda,” declaró, enfatizando su alejamiento de los rígidos estándares estéticos de la industria del entretenimiento. Esta nueva perspectiva coincide con la etapa posterior a la maternidad, donde se sometió a diversos métodos para bajar de peso, incluso recurriendo a medicamentos.
Pero el foco principal de su confesión radica en algo más profundo: la hipocondría. Duval admitió abiertamente sufrir de este trastorno, detallando cómo ha impactado su vida durante años. “Sí wey, hipocondriaca. Soy una miedosa, pero va más allá de lo que me haya pasado,” explicó. Describió su hipersensibilidad, magnificando las emociones: “Soy hipersensible… todo lo que la gente siente al 100, yo lo siento al 400.”
Sus miedos, a veces catastróficos, iban más allá de preocupaciones comunes. Se tradujeron en una restrictiva auto-imposición: “Era de ‘no salgas, no vayas, no hagas’… me daba miedo salir a la calle. A mis hijos ya los tenía jodidos.” Sin embargo, fue enfática al aclarar: “No, nunca… jamás ha pasado en mi cabeza atentar en contra de mí.”
Para controlar sus crisis, Duval recurrió a medicación psiquiátrica. Si bien las pastillas mitigaron sus miedos, también alteraron su personalidad. “Te quitan ese miedo, esos pensamientos catastróficos, pero también te vuelven como robotito, como que todo me valía madre y yo no soy así,” confesó. Hace dos años, tomó la decisión de dejar los medicamentos y enfrentar la vida “a pelo”, aceptando las emociones sin filtro.
En este nuevo capítulo, Duval vive sus miedos y dolores sin anestesia. Su testimonio, abierto y vulnerable, ilustra la lucha constante contra la hipocondría y la importancia de priorizar la salud mental. Es una historia de resiliencia, un ejemplo de cómo enfrentar la adversidad y buscar un equilibrio personal.