Demi Moore revela autoexigencia y aceptación corporal a sus 62 años

En este contexto, la actriz Demi Moore, a sus 62 años, ha compartido una perspectiva reveladora sobre su pasado. Moore, conocida por sus papeles icónicos en películas como "Ghost" y "Striptease", ha confesado a la revista People los extremos a los que recurrió para transformar su físico durante sus inicios en Hollywood.
Durante el rodaje de películas como "Striptease" (1996) y "G.I. Jane" (1997), Moore admite haber seguido dietas extremas y rutinas de ejercicio extenuantes. "Hacía cosas locas con la dieta y el ejercicio," confesó, describiendo un entrenamiento que incluía un paseo en bicicleta de aproximadamente 42 kilómetros desde su casa en Malibú hasta los estudios Paramount.
Para su papel en "G.I. Jane", donde interpretó a la teniente Jordan O’Neill, la preparación física fue particularmente intensa. "Era tan dura conmigo misma, tenía una relación muy antagónica con mi cuerpo. Simplemente me castigaba," recuerda la actriz. Esta auto-exigencia contrastaba con su actual enfoque en la salud integral y el bienestar.
La transformación física para "G.I. Jane" no fue la única experiencia extrema. Moore explica que se sometió a numerosas transformaciones corporales a lo largo de su carrera, llegando a un punto donde "no sabía cómo era mi talla natural después de tres embarazos, de dietas y ejercicio, de controlar y cambiar mi cuerpo tantas veces".
Este ciclo de control y autocastigo terminó cuando Moore decidió “soltar” las presiones. "Dejé de intentar controlar mi alimentación y tuve un momento de rendición donde simplemente solté y entendí lo que significaba aceptar mi cuerpo tal como es, aunque no sea el cuerpo que quería".
Su experiencia en "Striptease", donde interpretó a una bailarina exótica, jugó un papel importante en este cambio. "Creo que la experiencia y la sensación de bailar, moverme y encontrar mi propia comodidad con mi cuerpo de esa manera fue muy empoderadora y liberadora," afirmó.
Hoy en día, Moore prioriza la escucha a su cuerpo, nutriéndose con alimentos ricos en nutrientes y priorizando el sueño y la meditación. Su mensaje es claro: una relación sana con el cuerpo implica aceptación, autocuidado y la comprensión de que la evolución es natural e inevitable. Se centra ahora en una vida saludable, consciente y tranquila, aceptando su cuerpo en cada etapa de su vida.