Nogales, az
Los nueve mexicanos que se hicieron detener en la frontera como parte de una protesta contra las deportaciones ganaron una primera batalla el lunes cuando el gobierno estadounidense aprobó tentativamente sus solicitudes de asilo.
La aprobación preliminar de todas las solicitudes por parte del Departamento de Seguridad Nacional es un paso alentador ya que normalmente el gobierno estadounidense no otorga asilo a ciudadanos mexicanos.
Christopher Bentley, vocero del Servicio de Ciudadanía e Inmigración, dijo que el DSN había llegado a la conclusión de que los detenidos tenían un “temor fundado” de ser perseguidos si eran devueltos a México.
“Los parámetros legales para el temor fundado son amplios y bajos, para garantizar que los individuos que pueden enfrentar una ‘posibilidad significativa’ de persecución si son devueltos tengan la oportunidad de ser escuchados por un juez de inmigración”, manifestó el funcionario.
Los inmigrantes intentan llamar la atención sobre los cientos de miles de personas que han sido deportadas durante el gobierno del presidente Barack Obama, período en el cual alcanzaron picos históricos con un promedio de 1.100 diarias, según cifras del gobierno.
Dijeron que temían ser perseguidos si regresaban a México y el DSN indicó que sus temores podían ser fundados.
Un juez de inmigración tendrá la última palabra sobre si pueden permanecer permanentemente en Estados Unidos, pero el fallo podría tomar años.
Mientras tanto, es probable que los nueve inmigrantes sean liberados de un centro de detención en Arizona y en el futuro podrían tener derecho a un permiso de trabajo.
Los nueve inmigrantes pasaron parte de sus vidas en Estados Unidos. Algunos regresaron voluntariamente a México años atrás, mientras que otros fueron deportados. Tres de ellos se criaron en Estados Unidos y salieron de Estados Unidos rumbo a México expresamente para participar en la protesta en la que cruzaron la frontera recientemente hacia Nogales, Arizona.
Los inmigrantes buscan ejercer presión para que la reforma a las leyes de inmigración que se están negociando en el Congreso ofrezca la posibilidad de obtener la ciudadanía a los dreamers, como se denomina a jóvenes que fueron traídos ilegalmente a Estados Unidos cuando eran niños y que en algún momento salieron del país.
Al salir del país quedaron excluidos de la reforma que busca regularizar el status migratorio de unos 11 millones de extranjeros sin papeles --o al menos del proyecto aprobado en el Senado-- y tampoco podrían acogerse a un perdón especial para los dreamers que fueron deportados, ya que ellos salieron del país por voluntad propia.
Los republicanos de la Cámara de Representantes propusieron recientemente ofrecer la ciudadanía a algunos inmigrantes que entran en esta categoría, pero los demócratas rechazaron la iniciativa por considerarla muy restrictiva.
La reacción negativa a la propuesta republicana subraya las dificultades para lograr un acuerdo en torno a la reforma en la Cámara de Representantes, en donde los republicanos son mayoría.
María Peniche, una de las detenidas en Arizona, dijo que se sentía atrapada entre las paredes de la pequeña celda en el Centro de Detenciones de Eloy y tuvo un momento de duda sobre lo que había hecho.
“Ha sido muy duro, lo más que me ha pasado es que me suspendieran en la preparatoria (secundaria) una vez. Nunca antes estuve en una cárcel”, declaró Peniche el lunes en entrevista exclusiva con The Associated Press en el centro ubicado a 104 kilómetros (65 millas) de Phoenix.
“Esto me hace sentir como que soy un criminal”, agregó, vestida en un uniforme naranja almidonado. Peniche, quien habló antes de saber que habían aprobado preliminarmente su solicitud de asilo, dijo que en los últimos nueve días ha estado en un régimen de aislamiento y sale de su celda solamente dos o tres veces a la semana. El castigo fue porque la acusaron a promover desmanes en el comedor, según la Policía de Inmigración y Aduanas (ICE por sus siglas en inglés).
“Hoy me dejaron bañar porque venían ustedes”, dijo la muchacha.
El anuncio de que había pasado una primera entrevista para evaluar la credibilidad de sus argumentos tuvo seguramente sabor a reivindicación para esta mexicana de 22 años, quien participa por primera vez en un acto de protesta en esta escala, según ella.
La joven dijo que desde que fue aislada la dejaban bañarse tres veces a la semana y salir dos o tres veces por una hora a una zona enrejada de un patio donde no había con quien hablar.
Su abogada Margo Cowan indicó que le estaban dando medicación para tratar su arritmia cardíaca.
Las autoridades migratorias indicaron que desde que está en aislamientos se la deja salir de su celda al menos una o dos horas al día, para bañarse, por recreación o para tener acceso a un teléfono.
“ICE toma seriamente la salud, seguridad y bienestar de quiénes están a su cuidado”, dijo la agencia en una declaración escrita.
Cowan afirmó que Peniche y otra de las dreamers, Lulú Martínez, fueron detenidas y aisladas por querer organizar a otras mujeres el 28 de julio, en que comenzaron a distribuir papeles con información de abogados durante la hora de la cena.
“Me paré en una silla y les expliqué lo que estábamos haciendo, y les dije: ‘Aunque este lugar parece y se siente como una prisión, ellas no hicieron nada malo y van a poder reunirse con sus familias’’’, agregó la joven.
La detenidas comenzaron a cantar: “Sin papeles y sin miedo”, expresó Peniche.
El martes de la semana la muchacha pasada se reunió con un agente de inmigración que está encargado de evaluar la primera parte del caso, es decir si Peniche tiene un temor fundado de regresar a su país, explicó Cowan.
David Leopold, ex presidente de la Asociación Americana de Abogados de Inmigración, dijo que los casos de asilo político son “muy difíciles de comprobar”.
Leopold ha criticado las tácticas utilizada por este grupo de dreamers.
“Como protesta, esto no es algo que yo recomiendo”, expresó Leopold. “Una vez que una persona sale de Estados Unidos, a menos que tengan permiso para regresar por adelantado, no hay garantía de que puede pasar cuando intentan volver”.
“La buena noticia es que parece que el proceso está funcionando y los están tratando de forma justa”, agregó sobre el hecho de que siete de ellos ya pasaron su entrevista inicial.
Peniche dijo que en México fue acosada sexualmente en uno de sus empleos, del que tuvo que renunciar, pero que la gota que derramó el vaso fue cuando un familiar cercano intentó abusar de ella sexualmente en mayo de este año. Peniche le dijo a sus padres y al resto de la familia. Pero este pariente la amenazó y decidieron no hacer una denuncia a la policía porque el familiar tiene conexiones en el crimen organizado, explicó la abogada.
Peniche se fue a Ciudad de México para cursar estudios universitarios. Viajó el 12 de junio, tres días antes de que el presidente Barack Obama anunciase su programa de suspensión de deportaciones, por lo que no podrá acogerse a esa iniciativa. Para poder hacerlo, había que estar en el país cuando se hizo el anuncio.
Mediante este plan más de 400,000 jóvenes han podido obtener un permiso de trabajo temporal y seguro social.
Entre el grupo de los nueve dreamers detenidos, conocidos como “Dream 9”, cada caso es diferente.
Tres de ellos --Lulú Martínez, Lizbeth Mateo y Marco Saavedra-- son activistas y se fueron a México unas semanas antes para ayudar a los que ya estaban en México a regresar.
Adriana Paola Gil Díaz, otra de las detenidas, dijo que la experiencia no ha sido fácil, especialmente porque no puede hablar por teléfono con su madre que está en Nogales, México.
“Estoy muy agradecida con Dios de que pasó la entrevista”, dijo su madre Mariana Antonia Díaz, contactada por teléfono. “Estoy orgullosa de mi hija”.
Gil Díaz afirmó que en el centro de detención se enteran de casos dolorosos, de gente a veces mucho mayores que ella que hasta dos años arrestadas, peleando por permanecer en el país.
Algunas le dijeron que una guatemalteca se había ahorcado. En el mes de marzo de este año, el ICE reportó que Elsa Guadalupe Gonzales, de Guatemala, se había suicidado en ese centro de detención. El caso continúa bajo investigación.
“Lo que nosotros tenemos en la mente es que la gente se tiene que dar cuenta de que aquí hay mucha necesidad de apoyo, aquí hay mucha gente que ha sido casi olvidada”, dijo Gil Díaz. “Hay cientos, miles de voces que no se escuchan”.