Ayotzinapa el dolor que muta en rabia

Han pasado casi 2 meses desde la desaparición forzada de 43 alumnos de Ayotzinapa

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México, DF.

Han pasado casi 2 meses desde la desaparición forzada de 43 alumnos de Ayotzinapa. Días duros para familiares y amigos, no sólo por los estragos propios del hecho, sino por el manejo gubernamental y mediático del mismo.
Sobre la suerte de los jóvenes se han difundido todo tipo de versiones: que fueron ejecutados, destazados, quemados, asfixiados; sus restos, calcinados, enterrados en fosas clandestinas o arrojados a un río. Estamos cansados de que este gobierno no dé resultados”, dice la madre de uno de los normalistas detenidos-desaparecidos. Estamos preparados para luchar contra el gobierno. Ahorita tenemos coraje y rabia; ya no nos detiene nada”
Ayotzinapa, Tixtla, Guerrero. El zapateo es lo suyo. Fue en la secundaria que empezó a desarrollar la habilidad con los pies y en el bachillerato cuando, por vez primera, se inscribió en un club de danza. Los bailes típicos de Veracruz son sus favoritos. Pantalón, guayabera y botines blancos; sombrero de palma y paliacate rojo al cuello.
 Cuando el pueblo de Tixtla festeja a algún santo, él siempre está ahí, azotando los pies sobre la tarima. Tan extrovertido. Su habilidad lo ha llevado incluso a participar en competencias de danza folclórica celebradas en la Ciudad de México.
Su padre se siente orgulloso de esa soltura, de la electricidad que impulsa cada contoneo. Yo lo he ido a ver y la verdad no tiene miedo, pena. Eso a mí me hace sentir orgulloso, de que mi hijo tenga capacidades para eso”.
A este joven bailarín le rompieron el camino”. Él es uno de los 43 muchachos que desaparecieron la noche trágica de Iguala. Aquella en la que los policías arremetieron a mansalva contra los estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinapa, una escuela para pobres.
¿Cuál de los 43 rostros que ya circulan a nivel mundial es el de este danzante de la música popular? ¿El de cara alargada? ¿El de cejas pobladas?, ¿El de labios delgados? ¿El de ojos hundidos? ¿Aquél con el rostro aún de niño?…
Su padre no dice su nombre. Tampoco el de su hijo. Prefiere que en estas líneas conste, simplemente, que es un padre de familia que tiene a su hijo desaparecido”. Y es que considera que identificarse puede poner en peligro a su vástago: En donde lo tengan le van a decir, ‘sabes qué, te vamos a dar una pinche calentada porque tu padre se está metiendo mucho en los medios’”.
A este hombre de huaraches de ixtle, su corazón le habla. En forma de presentimientos, le comunica que su hijo está con vida, que volverá al hogar, a la Ayotzinapa” gratuita, la única escuela que, dada su cuna humilde, le permitiría concretar la ilusión de superarse, de ser profesionista.
Aun así, veterano de la lógica de vida, este repartidor de agua sabe que es muy probable que los muchachos no volverán como se fueron: a la mejor lleguen maltratados o sicológicamente dañados…”, pero para qué pensar en ello ahora, lo primero es la vida, que vuelvan con vida.
El 24 de septiembre, es decir, 2 días antes de que ya nada se supiera de este joven, su padre estuvo con él. Un encuentro de amigos. Lo encaminó hasta la puerta de la Ayotzinapa”, cuna de la conciencia social”, como se lee en uno de los pilares de su fachada principal. Un fuerte apretón de manos, un abrazo, un hasta pronto. Todo iba normal hasta que después del 26 de septiembre sucedieron estos lamentables hechos”.
Fue esa noche, alrededor de las 21:00 horas, que este hombre recibió una llamada telefónica. Eran los compañeros de escuela de su hijo, quienes le comunicaron los hechos de Iguala. De inmediato, toda la familia se trasladó a las instalaciones de la Normal para aguardar noticias. Nunca se imaginaban lo que estaba por venir, la incógnita detrás de la desaparición.
Al día siguiente, en medio del caos que desató la represión, este papá con estudios de bachillerato fue a Iguala a hacerla de investigador. Recorrió hospitales, separos… Pidió, incluso, apoyo al Ejército, pero fue un fracaso”. El gobierno le pidió que dejara pasar 15 días para levantar la denuncia e iniciar la búsqueda.
El único delito de los 43 jóvenes desaparecidos por policías fue el estudio”, las ganas de conocer más libros, de prepararse, dice. En esa etapa juvenil, cuando el hambre de aprendizaje es insaciable, su hijo empezó a interesarse también por la agricultura y la ganadería, actividades que practicaba en la Ayotzinapa”.
A sus 19 años, todo lo tenía previsto este joven. Estudiar otra carrera, tal vez para abogado. Y en caso de no obtener una plaza como maestro, poner unas granjas para sacar adelante a sus progenitores y sus tres hermanas menores y que no padezcan carencias.
Yo les pediría a los 43 jóvenes que me lleguen a escuchar, que le echen ganas. Que todos los padres de familia los estamos buscando. Todo México. Otros países”, pronuncia este padre de familia. Las gotas de lluvia resbalan sobre su piel canela; los grillos y los tordos han cesado su cantar.
Ya concluida la entrevista, la grabadora de voz apagada, el hombre se lleva ambos puños al pecho y dice, bajito, es muy doloroso hablar de esto”.

El mensaje es confuso
La narración, en voz de Jesús Murillo Karam, procurador general de la República, se presenta como verídica. Incluso es reforzada con fragmentos de testimonios y supuestas fotografías de los hechos. Sin embargo, al final se aclara que, en tanto no se identifiquen los restos humanos –cenizas que podrían ser incluso inidentificables–, los jóvenes conservarán el estatus de desaparecidos.
Frente a ese panorama, los padres y las madres de familia de los 43 estudiantes arrancados se han construido un caparazón colectivo. Juntos han aprendido a dudar de cada palabra de la autoridad, de cada nuevo montaje. Han conocido tan desnudamente al poder público que incluso han logrado descifrar por anticipado el contenido de cada nueva embestida. Es así, por ejemplo, que previo a la difusión de esta última versión, los padres y las madres de familia habían advertido públicamente que el gobierno saldría a anunciarles la muerte de sus hijos.
—¿Qué sienten cada vez que se enfrentan a una nueva versión institucional sobre la supuesta suerte de sus hijos?
—La verdad ya no sentimos nada. A mí ya no me causa nada de temor. Pero sí hay temor en mi familia porque se creen lo de la televisión. Se ponen llorar –dice el hombre que ha pedido que se le identifique únicamente como un padre de familia que tiene a su hijo desaparecido”.
Y agrega: Yo no le tengo confianza al gobierno de que diga ‘aquí están sus muertos, ya se acabó todo’. El gobierno da testimonio de que encuentran fosas y no dan un certificado médico que diga ‘aquí están los cuerpos de sus hijos’”.

La tristeza y el dolor, transformados en coraje y rabia
Estas dos mujeres, residentes de Tixtla, nunca han dado una entrevista a los medios de comunicación. No han tenido motivo. Antes del 27 de septiembre pasado se dedicaban por completo al cuidado de su hogar. Reunidas en la cancha de basquetbol techada de Ayotzinapa, las mujeres cruzan miradas, ninguna quiere ser la primera en iniciar el relato.
Finalmente, en medio de la indecisión, una de ellas toma la palabra, quizá impulsada por el viento que sopla ya caída la noche. Antes pide, enfáticamente, no ser fotografiada. La otra, la respalda. Acuerdan, asimismo, no proporcionar sus nombres ni los de sus hijos desaparecidos. Bajo estas condiciones, el diálogo se desarrolla.
Es el día 45 desde la desaparición forzada de sus hijos, alumnos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa. A estas alturas, refieren, la tristeza y el dolor se han transformado en coraje y rabia. La autoridad ha provocado tal mutación. Sus versiones manipuladas, sus mentiras, su ineficacia, la manera en que manejan la información, el cómo juegan con su dolor…
Ya estamos cansados, pero no físicamente. Estamos cansados de que este gobierno no dé resultados. Es inepto. No actúa como debiera. Nosotros vamos con todo hasta encontrarlos y a lo que venga. Estamos preparados para luchar contra el gobierno porque ellos se los llevaron: fueron policías. Ahorita tenemos coraje y rabia, ya no nos detiene nada”, dice una de ellas.
La otra mujer ayuda a entender el porqué de tal determinación. Refiere, por ejemplo, que en la última reunión que tuvieron con el procurador, el pasado 7 de octubre, éste se comprometió, a petición expresa de los padres y las madres, a no dar por sentado que los restos humanos encontrados en Cocula eran los de los muchachos, así como a no difundir públicamente las imágenes de éstos. Los engañó.

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