Bagdad, Ira.
Los asesinados cayeron cuando los yihadistas lanzaron ataques contra Al Bagdadiya.
Primero fue el piloto jordano Muaz Kasasbeh, enjaulado y quemado vivo. Este sábado medio centenar de vecinos de un pueblo de la provincia iraquí de Al Anbar ha sufrido el mismo tormento.
El autodenominado Estado Islámico ha comenzado a exportar la atrocidad que conmocionó al mundo con la misma estética y ‘modus operandi’ a los crímenes que perpetra en los confines de su califato, a caballo de Siria e Irak.
La agonía de Kasasbeh, filmada en un vídeo de 22 minutos divulgado a principios de mes, se repite. Al menos 43 vecinos del pueblo de Al Bagdadiya, en la provincia occidental iraquí de Al Anbar, han sido asesinados este sábado siguiendo el mismo guión, según fuentes de seguridad citadas por Efe.
Los asesinados cayeron en manos del IS la semana pasada cuando los yihadistas lanzaron ataques contra Al Bagdadiya logrando capturas fugaces en una localidad que se halla a 15 kilómetros de la base aérea de Ain al Asad, donde Estados Unidos tiene desplegados a unos 400 militares encargados de entrenar a las tropas iraquíes en la lucha contra el IS (Estado Islámico, por sus siglas en inglés).
La organización que dirige Abu Bakr al Badgadi inició su ofensiva sobre Irak a principios de 2014 capturando casi la totalidad de Al Anbar y conquistando en junio Mosul, la segunda ciudad de Irak.
La identidad de las víctimas, no obstante, ha suscitado cierta controversia. Aunque los funcionarios precisan que se trata en su mayoría de policías y miembros de los Consejos de Salvación -milicias suníes leales a Bagdad-, periodistas locales aseguran que son civiles de una tribu de Al Anbar que rehusó jurar lealtad al IS. A diferencia del drama de Kasasbeh, no han sido divulgadas imágenes del crimen.
No es la primera vez que las huestes del califato optan por esta práctica atroz para liquidar a quienes desafían su ley. El pasado 17 de febrero quemaron a alrededor de 40 personas en esta misma zona.
Sin embargo, fuentes de seguridad iraquíes no pudieron confirmar si el pelotón -compuesto en su mayoría por agentes de la policía y milicianos suníes- fue quemado antes o después de ser ejecutado. El jueves funcionarios estadounidenses aseguraron no tener pruebas gráficas del suceso.
Los extremistas han usado también la puesta en escena a la que fue sometido el piloto jordano para exhibir la captura de 17 ‘peshmergas’ (soldados kurdos). En unas fotografías publicadas a mediados de mes, los militares aparecen enjaulados y enfundados en monos naranja recorriendo a bordo de furgonetas las calles de un distrito de Kirkuk, en el sur de la región autónoma del Kurdistán iraquí. Kalashnikov en ristre, militantes encapuchados les escoltan y golpean.
El gobierno kurdo ha insistido que carece de pruebas de que hayan sido ejecutados ante los crecientes rumores de que podrían haber padecido el mismo calvario que Kasasbeh. “No hay datos que confirmen si los rehenes han sido ejecutados. Solo rumores de que han sufrido el martirio”, indicó el portavoz de los “peshmergas” Jabar Yawar en declaraciones al portal kurdo BasNews.
Consciente de la repulsa que provocó el asesinato de Kasasbeh, censurado por las principales instituciones musulmanas del planeta, el IS se ha volcado desde entonces en la tarea de justificar sus actos. Ha distribuido cientos de copias del vídeo de la ejecución por todos los rincones del califato y ha tratado de argumentar el homicidio en sus sermones. En Mosul un predicador consideró la agonía del piloto “una lección para todos los estados y gobiernos que llevan a cabo ataques aéreos contra el IS”.
El ulema acusó a Kasasbeh de ser un traidor que “colaboró con los infieles en el asesinato de musulmanes”. “Por eso recibió el mismo castigo que sus manos habían causado”, apuntó repitiendo el mismo argumento que el IS expuso tras la difusión del vídeo. Al Bayan, la radio del califato, defendió la cremación del militar jordano como “castigo por haber quemado musulmanes con el fuego de su avión hasta caer en manos del IS”.
Tras su muerte, el IS difundió una grabación de audio en la que hizo público un listado de pilotos jordanos involucrados en los ataques aéreos con sus nombres, rangos y distritos en los que residen. El grupo ofrece una recompensa de 100 dinares de oro -la moneda del califato- para quienes liquiden a los soldados, a los que acusa de ser “criminales que han excedido todos los límites al derramar sangre de musulmanes”.