Un grupo armado atacó una boda en Djiguibombo, Mali, dejando al menos 21 personas fallecidas. Según residentes locales, los atacantes llegaron en motocicletas y perpetraron el ataque mientras se celebraba la boda. Bakary Guindo, presidente del grupo juvenil local, informó que "la mayoría de las víctimas fueron degolladas", según reportó MediaTalk África.
Hamidou Saye, otro residente, agregó que los atacantes rodearon a la multitud antes de llevar a cabo el asalto. Hasta el momento, ningún grupo ha reclamado la responsabilidad del ataque, pero este sigue un patrón de violencia similar al del grupo extremista Jama'a Nusratul-Islam wa al-Muslimin (JNIM), vinculado a Al Qaeda, que frecuentemente ataca esta región.
Desde 2012, las comunidades del centro y norte de Mali han enfrentado una violencia persistente. Inicialmente, los rebeldes extremistas fueron expulsados de las ciudades del norte en 2013 con la ayuda de tropas francesas. Sin embargo, tras la retirada de estas fuerzas, los extremistas se han reagrupado y han lanzado ataques contra aldeas aisladas y fuerzas de seguridad.
A pesar de casi cuatro años en el poder, los líderes militares de Mali han tenido dificultades para contener la creciente violencia. La situación se ha complicado aún más tras la salida de las fuerzas de paz extranjeras. La crisis de seguridad también se ha visto exacerbada por el fracaso del acuerdo de paz de 2015 con los rebeldes tuareg en el norte.
La violencia en curso destaca la grave inestabilidad y el peligro constante que enfrentan los residentes de estas regiones, mientras los grupos extremistas continúan sus ataques. Este reciente ataque en Djiguibombo es un recordatorio sobre los desafíos de seguridad en Mali.