En el desierto de California, a lo largo de la Ruta Estatal 2, dos residentes de San Diego, Alan Joseph Cunningham y Derek Paul Mayne, se encontraron en una situación inesperada. Su viaje de regreso de un casino indígena en Campo, California, se tornó en una historia de contrabando y detención federal.
La Patrulla Fronteriza de Estados Unidos observó con recelo la maniobra de su vehículo, una Ford Expedition, al realizar un giro en U frente a un puesto de control. La sospechosa maniobra, junto a un vehículo "sobrecargado" y ventanas rotas, despertó la atención de los agentes. La inspección reveló que en el vehículo se encontraban seis personas adicionales, las cuales, según las declaraciones de Cunningham y Mayne, habían sido recogidas como autoestopistas.
Sin embargo, la historia tomó un giro inesperado cuando los agentes interrogaron a los "autoestopistas". Estos, procedentes de los estados mexicanos de Oaxaca, Tlaxcala y Veracruz, confesaron que habían pagado entre 10.000 y 20.000 dólares a contrabandistas para cruzar la frontera. Su destino final: Los Ángeles, Chicago y otras ciudades del interior de Estados Unidos.
Las autoridades encontraron pruebas suficientes para acusar a Cunningham y Mayne por transporte de inmigrantes ilegales. Cunningham, con antecedentes de condenas por narcotráfico y fuga de la policía, argumentó que desconocía la ilegalidad del acto. Sin embargo, las autoridades señalan que la naturaleza de su "cargamento" es difícil de pasar por alto.
El 9 de septiembre, Cunningham y Mayne comparecerán ante el magistrado federal Lupe Rodríguez Jr. en El Centro, California, para enfrentar los cargos que se les imputan.