El magnate tecnológico, conocido por sus ideas disruptivas y su ambición desmedida, ha apostado fuerte por Donald Trump, el actual presidente, en su carrera por la reelección.
Folsom, una pequeña localidad de Pensilvania, fue testigo de la presencia del hombre más rico del mundo. Zander Mundy, un agente inmobiliario de 21 años, no planeaba votar, pero la llegada de Elon Musk lo cambió de opinión. "¿Cuándo viene a la ciudad el hombre más rico del mundo?", pensó Zander, quien se sumó a la multitud que buscaba ver al empresario.
Musk, quien en el pasado cultivó una imagen de genio excéntrico alejado de la política, ahora se ha convertido en un ferviente defensor de Trump. Ha invertido tiempo, recursos y dinero en la campaña republicana, un enfoque radical para un ejecutivo de su calibre, que tradicionalmente prefiere influir en el escenario político desde la sombra.
America PAC, el comité de acción política de Musk, ya ha invertido más de US$119 millones en la campaña de Trump. Es una suma considerable que convierte a Musk en uno de los mayores donantes individuales en la carrera presidencial.
Su apoyo a Trump no se limita a donaciones. Musk ha realizado eventos y recorridos por estados clave, incluyendo Pensilvania, donde ha entregado cheques gigantes de US$1 millón a votantes registrados que firmen una petición.
"Eso fue impactante para mí, que alguien realmente gaste tanto tiempo y dinero para influir en los votantes. Eso significa que lo hace por una razón", comentó Zander.
El respaldo de Musk ha generado diferentes interpretaciones. Algunos demócratas, como el senador John Fetterman, consideran que Musk representa una amenaza para su partido, atrae a un grupo demográfico que ve al empresario como "innegablemente brillante".
Otros, como Matt Teske, director ejecutivo de Chargeway, sugieren que Musk busca beneficiar a sus empresas con una posible victoria de Trump. "Creo que los intereses de Musk se centran, predominantemente, en un puñado de cosas que son importantes para él relacionadas con sus negocios, y las regulaciones gubernamentales son algo sobre lo que ha mostrado su preocupación", señaló Teske.
Musk se ha mostrado crítico con las regulaciones gubernamentales, argumentando que estas han frenado el desarrollo de tecnologías como la conducción autónoma. Su objetivo, según el profesor Erik Gordon, es "ir por el otro lado", "quiere ir a Marte".
En caso de que Trump gane la elección, Musk podría ser parte del gobierno, liderando un "departamento de eficiencia gubernamental" para reducir costos. Esta posibilidad genera preocupación entre los demócratas, quienes argumentan que su posición representaría un conflicto de intereses, dados los contratos gubernamentales que ha recibido SpaceX y Tesla.
Lawrence Noble, antiguo asesor general de la Comisión Federal Electoral, ha cuestionado la legalidad de las acciones de Musk en la campaña electoral. "Sabemos lo que hacen las empresas cuando se las deja a su suerte. Ponen las ganancias y el valor para los accionistas y la compensación de los directores ejecutivos por encima de la seguridad", señaló Noble.
La marca y reputación de Musk ahora están ligadas a las de Trump. Su futuro y el de sus empresas parecen depender de la elección del próximo presidente de Estados Unidos.