Las comunidades de las colinas alrededor de Camarillo y Moorpark se convirtieron en un infierno de fuego. La devastación era palpable en las calles de la ladera, donde solo quedaban las cáscaras ennegrecidas de las casas que alguna vez fueron hogares.
El incendio, que para el jueves por la mañana ya había consumido más de 14,500 acres, obligó a miles de personas a evacuar sus hogares. Las autoridades estimaban que al menos 3,500 viviendas y otras estructuras se encontraban en peligro, mientras que más de 10,000 personas se habían visto obligadas a abandonar sus hogares.
"El incendio se propaga tan rápido, que es difícil controlar el perímetro", comentó Thomas Shoots, portavoz de CalFire. Los helicópteros luchaban contra las llamas desde el aire, pero la fuerza del viento dificultaba su labor.
El Servicio Meteorológico Nacional había emitido una alerta roja de "situación particularmente peligrosa" por las condiciones extremas de incendios. Aunque los vientos se habían moderado ligeramente, las fuertes ráfagas aún mantenían el peligro en niveles alarmantes.
La situación no era menos dramática en Santa Paula, donde se emitieron órdenes de evacuación adicionales. Las brasas, arrastradas por el viento, habían provocado nuevos incendios a kilómetros de distancia de la línea principal del fuego.
Mientras los bomberos luchaban contra el incendio, Southern California Edison había comenzado a cortar la electricidad en zonas de alto riesgo. Casi 70,000 clientes se quedaron sin suministro eléctrico como medida preventiva, incluyendo un tercio de los cortes en el condado de Ventura.
La batalla contra el incendio de Mountain seguía siendo una lucha titánica. El futuro de las comunidades afectadas por las llamas seguía incierto, mientras las autoridades continuaban luchando contra el implacable avance del fuego.