En el corazón de la cultura humana, hay un elemento que ha sido fundamental en la historia de la humanidad: el arroz. Este grano, presente en las mesas de miles de millones de personas, trasciende su valor alimenticio para convertirse en un puente entre tradiciones, identidades y memorias colectivas.
El arroz no es solo un alimento, es el latido de las culturas, afirma J.J. Johnson, chef y autor de The Simple Art of Rice.
Johnson ha explorado cómo el arroz ha entrelazado historias y migraciones a través de su experiencia como cocinero y fundador de Fieldtrip, un restaurante en Nueva York especializado en bowls de arroz. Desde el jollof rice en África Occidental hasta el sushi en Japón, cada plato cuenta relatos de resistencia, familia y pertenencia. Su experiencia personal en Ghana y Colombia le ha permitido entender cómo el arroz conecta tantas culturas dentro de la diáspora africana y la gastronomía Afro-Latina.
Según datos de la FAO (Food and Agriculture Organization of the United Nations), el arroz ocupó el cuarto lugar entre los cultivos más importantes del mundo en 2023, con 516 millones de toneladas producidas. Representa el 7% del comercio mundial de granos y es cultivado en su mayoría por China, India, Indonesia, Bangladesh, Vietnam, Myanmar y Tailandia. Sin embargo, este emblema de la humanidad enfrenta desafíos que amenazan su continuidad.
Las alteraciones climáticas, sumadas a la escasez de agua y los cambios en los sistemas agrícolas, dificultan su cultivo en formas tradicionales. Se proyecta una caída del 15% en la producción mundial de arroz para 2050, según expertos citados por Johnson. Esto plantea una pregunta urgente: ¿qué ocurre cuando el alimento que sostiene tantas culturas comienza a desaparecer?
Johnson ha hecho de la sostenibilidad un eje central de su labor. Colaboraciones como las realizadas con la Fundación Gates y el proyecto Climate Solutions for Restaurant Survival buscan combinar el activismo gastronómico con la acción ambiental. Las soluciones propuestas van desde prácticas agrícolas innovadoras hasta cambios profundos en la producción, como la adopción de sistemas integrados que incluyen peces y crustáceos en los arrozales, o el desarrollo de variedades de arroz resistentes a la sequía.
Empresas como Lundberg Farms han apostado por prácticas regenerativas que no solo mejoran los rendimientos, sino que también rehabilitan el suelo y capturan carbono. "La innovación en la agricultura debe avanzar hacia sistemas que respeten la tierra y protejan el futuro del arroz", aseguró el chef. Preservar este grano es también proteger la diversidad culinaria que define identidades en todo el mundo.