El nombre que resuena en este ambicioso plan es Elon Musk, el visionario detrás de The Boring Company. Su propuesta, nada menos que la construcción del primer mega túnel submarino hipersónico que enlazaría Londres y Nueva York en un tiempo asombroso: apenas 54 minutos.
La tecnología clave es el hyperloop, un sistema de tubos de vacío donde cápsulas presurizadas se desplazarían a velocidades de hasta 5,000 km/h, eliminando la resistencia del aire. Imaginen: un viaje transatlántico que actualmente toma ocho horas, reducido a menos de una hora.
Sin embargo, la magnitud del proyecto es monumental. La distancia entre ambas ciudades supera los 5,000 kilómetros, generando un costo estimado de 20 billones de dólares. Considerando la complejidad y la escala, la construcción podría extenderse por décadas, incluso siglos, si se compara con proyectos similares como el Eurotúnel, que requirió más de seis años.
La idea no es nueva, pero la tecnología actual le da un nuevo impulso. Mientras The Boring Company, fundada en 2017, ya cuenta con experiencia en túneles a menor escala, el desafío de un túnel transatlántico es incomparable. Aun así, Musk ha sido un firme defensor del hyperloop.
El proyecto, además de su impacto en la velocidad de viaje, promete una alternativa más ecológica al transporte aéreo, reduciendo significativamente las emisiones de carbono. No es solo cuestión de velocidad; también se trata de sostenibilidad. De hecho, iniciativas similares están en desarrollo en India y China, explorando la integración del hyperloop en sus sistemas ferroviarios de alta velocidad.
El futuro del transporte intercontinental podría estar a punto de cambiar, planteando interrogantes fascinantes sobre las posibilidades de la ingeniería y la innovación. La construcción de este túnel hipersónico representa un reto sin precedentes, pero el potencial impacto es indudablemente transformador.