La atención se centra, no en los grandes discursos ni en las negociaciones internacionales, sino en una decisión que ha reavivado las polémicas sobre la justicia y la pena capital.
El expresidente Donald Trump, fiel a su estilo, ha lanzado una andanada de críticas contra su sucesor, Joe Biden, a través de su plataforma Truth Social. Trump señala directamente la conmutación de la pena de muerte para 37 reclusos federales, calificándolos como "los peores asesinos de nuestro país". Esta declaración incendia la discusión, especialmente considerando el timing: las últimas horas de un mandato presidencial.
La decisión de Biden, anunciada el lunes pasado, conmutó las sentencias de muerte por cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. Entre los beneficiados se encuentran individuos con condenas por:
- Asesinato de compañeros de prisión (9 casos).
- Homicidios durante robos a bancos (4 casos).
- Asesinato de un guardia de prisión (1 caso).
Biden, por su parte, se justificó argumentando que su decisión se basa en "mi conciencia y mi experiencia... estoy más convencido que nunca que debemos poner fin al uso de la pena de muerte a nivel federal". Reconoce el dolor de las familias de las víctimas y afirma condenar los actos de los reos, pero defiende su postura como una convicción personal que trasciende el juicio político del momento.
El contexto es crucial: la pena de muerte en Estados Unidos es un tema profundamente dividido, abolida en 23 estados y con moratorias en otros seis. La decisión de Biden, tomada en el último mes de su mandato, abre un nuevo capítulo en este largo debate, que va más allá de las diferencias partidistas y toca fibras sensibles en la sociedad estadounidense.