El escenario: la aprobación del presupuesto federal. En juego, la capacidad del futuro gobierno de Donald Trump para ejecutar sus planes. Pero un actor inesperado irrumpió en la escena: Elon Musk, quien, a pesar de no ostentar ningún cargo público, ejerció una influencia inusitada en las negociaciones.
Musk, con su inversión de 277 millones de dólares en la campaña de Trump y el inmenso alcance de su plataforma X (antes Twitter), se había convertido en un peso pesado de la política republicana. Sin embargo, su injerencia en las negociaciones presupuestales, a través de una avalancha de más de 150 tuits en 24 horas, generó un malestar considerable dentro del partido.
“¡Cualquier miembro de la Cámara o del Senado que vote a favor de este escandaloso proyecto de ley de gastos merece ser expulsado en dos años!”, tuiteó Musk, amenazando con financiar campañas de rivales internos a los congresistas que no se plegaran a su voluntad. Esta acción, lejos de pasar desapercibida, desató la preocupación entre los republicanos.
La reacción de los líderes republicanos fue inmediata. Se vieron obligados a expresar su preocupación, aunque con cuidado de no ofender al magnate. Algunos ejemplos:
- “Respeto a Elon Musk y su visión para América, pero no podemos permitir que su influencia desvíe nuestras prioridades legislativas fundamentales” - Mike Johnson, presidente de la Cámara de Representantes.
- “Aunque valoro las contribuciones de Elon Musk, debemos ser cautelosos con la influencia de individuos no electos en nuestras decisiones legislativas” - Rand Paul, senador.
Incluso el propio Trump, ante la presión mediática, tuvo que salir a escena para asegurar que Musk actuaba con su consentimiento. “Le dije que si estaba de acuerdo conmigo, podía emitir una declaración”, declaró. Sin embargo, la incómoda verdad es que la influencia de Musk eclipsa al presidente electo, y la pregunta flota en el aire: ¿Quién manda realmente en el partido Republicano?
El episodio terminó con la aprobación de un presupuesto, pero el debate sobre el rol de Musk en la política estadounidense apenas comienza. La pregunta sobre la posible tensión entre Trump y Musk, dos personalidades con egos desmesurados, sigue generando incertidumbre. El futuro de la relación entre ambos, y el impacto de la influencia de Musk en el partido republicano, permanece abierto, dejando un escenario político en México con múltiples posibilidades.