En medio de este complejo panorama, el nombre de Elon Musk ha irrumpido con fuerza. Sus recientes acciones, concretamente, sus mensajes de apoyo al partido Alternativa para Alemania (AfD) a través de su plataforma X (antes Twitter), y un artículo de opinión publicado en el diario Die Welt, han provocado una fuerte reacción del gobierno alemán.
La portavoz adjunta del Ejecutivo germano, Christiane Hoffmann, declaró que "En efecto, Elon Musk intenta, con sus afirmaciones, influir en las elecciones al Bundestag". Si bien reconoció la libertad de expresión de Musk, subrayó que esta no exime de la responsabilidad de evaluar la posible injerencia extranjera en el proceso democrático alemán.
La situación se complica aún más si consideramos que la AfD se encuentra bajo la vigilancia de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución, debido a sus sospechas de extremismo de derecha. Hoffmann resaltó este punto, considerando relevante señalar que Musk está respaldando a un partido con ese perfil.
Respecto al artículo de opinión en Die Welt, Hoffmann fue cauta y se limitó a indicar que el canciller Olaf Scholz "no comenta decisiones editoriales". La situación es un complejo acto de equilibrio entre la libertad de expresión y la protección de la integridad del proceso electoral.
El gobierno alemán, a pesar de la preocupación por la situación en X, mantiene su presencia en la red social, justificándolo como una forma de difundir información gubernamental de manera amplia. La portavoz estableció una clara distinción entre las acciones de Musk, consideradas "declaraciones de un particular", y las campañas de desinformación rusas, mucho más sofisticadas y organizadas, a las que el gobierno alemán rastrea hasta el Kremlin.
El caso plantea interrogantes importantes sobre la regulación de las redes sociales en el contexto electoral y el impacto de las figuras internacionales en la política interna de un país. Los detalles de la influencia de Musk en el escenario político alemán, aún están por verse.