¿Suena descabellado? Pues bien, la posibilidad de ese cambio, aunque improbable, está un paso más cerca de la realidad. El Secretario de Estado de California anunció el jueves una noticia que ha revivido el debate sobre la independencia del estado dorado: la autorización para recolectar firmas para una iniciativa que podría, en teoría, convertir a California en un país independiente. Esta medida, no exenta de complejidades legales y económicas, se enfrenta ahora a una carrera contrarreloj.
Según las reglas del juego, “si al menos el 50% de los votantes registrados participan en esa elección, y al menos el 55% vota ‘sí’, constituiría ‘un voto de censura a los Estados Unidos de América’ y una ‘expresión de la voluntad del pueblo de California’ de convertirse en un país independiente”. Es importante destacar que esto no implicaría un cambio inmediato en el gobierno actual ni en la relación con la Unión Americana. Si prospera la iniciativa, se crearía una comisión para estudiar la viabilidad de la secesión.
El costo del proceso no es menor. Se estima un gasto único de 10 millones de dólares para la formación de una comisión encargada de analizar la soberanía e independencia nacional, con un presupuesto adicional de 2 millones de dólares anuales para su funcionamiento. Estas cifras, aunque considerables, parecen palidecer ante la magnitud del desafío político y logístico que representaría la separación.
No es la primera vez que se intenta impulsar esta idea. En 2016, el movimiento CalExit ganó impulso tras la elección de Donald Trump. Marcus Evans, expresidente de dicha organización, está ahora involucrado en esta nueva iniciativa, que deberá reunir 546,651 firmas antes del 22 de julio para poder avanzar. Incluso si se logra la aprobación de la iniciativa en California, la separación legal requeriría una enmienda constitucional, un proceso que implica la aprobación del Congreso y de 38 estados, un camino considerablemente complejo.
La posibilidad de una California independiente sigue siendo, por lo tanto, una perspectiva con muchos escollos por delante, una idea que, aunque permitida por la ley para ser explorada a través de la recolección de firmas, se enfrenta a una larga y compleja travesía jurídica y política.