Las redes sociales, por su parte, bullían con memes sobre la inminente llegada de un sistema meteorológico con un nombre que sonaba a saga fantástica: Éowyn. Pero la broma se tornó seria cuando las autoridades de Irlanda y el Reino Unido emitieron alertas, no solo amarillas o naranjas, sino la más alta: alerta roja. El Met Éireann irlandés, en una decisión sin precedentes, declaró una alerta roja nacional por viento, vigente desde las 2 de la madrugada hasta las 10 de la noche. La razón: la tormenta Éowyn, un fenómeno de una intensidad pocas veces vista.
El impacto se anunciaba devastador. “El riesgo para la vida es extremo y real”, advirtió Simon Harris, quien hasta ese día ostentaba el cargo de Primer Ministro irlandés. Su llamado fue claro: “Deben prestar atención. No viajen. No se acerquen al mar”. La Oficina Meteorológica del Reino Unido se sumó a la advertencia, emitiendo alerta roja para Irlanda del Norte y zonas de Escocia. Las ráfagas de viento se preveían superiores a los 160 km/h, con posibilidades de alcanzar 199 km/h, según el récord histórico de Irlanda del Norte.
Las consecuencias no se hicieron esperar. El cierre de escuelas en Irlanda del Norte fue una medida preventiva, al igual que la suspensión de trenes y vuelos en Irlanda, Escocia e Irlanda del Norte. “Estamos en el ojo de la tormenta. Estamos en período de alerta roja”, declaró la Primera Ministra de Irlanda del Norte, Michelle O’Neill, reflejando la gravedad de la situación. La magnitud de la tormenta llevó a expertos como el Dr. Ambrogio Volonté, investigador de la Universidad de Reading, a compararla con "algunas de las tormentas más formidables de las últimas décadas".
Más allá de las áreas bajo alerta roja, el impacto de Éowyn se extendió por todo el país. Cortes de energía, interrupciones en el transporte y un clima altamente disruptivo afectaron la vida cotidiana de millones de personas. La información oficial, un flujo constante de actualizaciones meteorológicas y reportes de daños, fue crucial para mitigar los efectos de la poderosa tormenta.
La tormenta Éowyn dejó tras de sí un rastro de destrucción y, aunque aún no se puede realizar una evaluación completa de los daños, la experiencia dejó en claro la fuerza implacable de la naturaleza y la necesidad de prepararse para eventos climáticos extremos.