Recientemente, la preocupación se ha centrado en la gripe aviar, específicamente en la cepa H5N1. Su rápida propagación entre aves en Estados Unidos ha generado inquietud entre la comunidad científica. "Fácilmente podrías acabar con un H5 que circula endémicamente en rebaños lecheros sin síntomas, lo que impediría una detección rápida o fácil," explicó Louise Moncla, bióloga evolutiva de la Universidad de Pensilvania. Esta dificultad para la detección temprana complica el control y la prevención de la enfermedad.
El reporte del The New York Times destaca la mutación del virus, presentando síntomas más leves, lo que dificulta aún más su identificación. Expertos como Richard Webby, del Hospital de Investigación Infantil St. Jude, aunque no expresan alarma extrema, reconocen una creciente evidencia de su potencial pandémico. “Todavía no estoy tan preocupado como para hacer las maletas e irme a la montaña, pero en las últimas cuatro a seis semanas ha habido más señales de que este virus tiene la capacidad” para desencadenar una pandemia, comentó.
Si bien el riesgo para la población humana se considera actualmente bajo, con casos confirmados limitados a personas en contacto directo con aves infectadas, según el CDC (Nirav Shah, subdirector), la posibilidad de una mutación que permita la transmisión entre humanos preocupa a los científicos. Esta preocupación es aún más significativa ante el reciente confirmado brote de H5N9 en una granja de California, un hecho sin precedentes en Estados Unidos, según la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA).
La OMSA reportó este caso el 13 de enero, con un total de 119,000 aves sacrificadas. El origen del brote aún se desconoce. La situación se complica considerando la decisión del expresidente Trump de retirar a Estados Unidos de la OMS, afectando la cooperación internacional en el seguimiento de la enfermedad. Adicionalmente, la reciente declaración de la CIA sobre el origen del COVID-19 genera dudas sobre la transparencia y la eficacia de la colaboración global en temas de salud pública.
Hasta el momento, los 70 casos humanos registrados en Estados Unidos, incluido un fallecimiento, se atribuyen a contacto directo con animales, sin evidencia de transmisión entre humanos. Sin embargo, la posibilidad de una mutación que convierta a este virus en una amenaza de pandemia sigue siendo una preocupación latente. El riesgo de una co-infección con una gripe estacional, generando una variante aún más peligrosa, también es un factor clave en el análisis de la situación.
El seguimiento de la situación y la investigación continua son cruciales para entender la evolución del virus y para prepararse ante posibles escenarios futuros.