Trump firma órdenes para aranceles del 25% a importaciones de acero y aluminio
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El foco se centra en el anuncio del presidente Donald Trump de la imposición de aranceles del 25% a las importaciones de aluminio y acero provenientes de todo el mundo. Esta medida, implementada mediante un decreto firmado en el Despacho Oval, se suma a los gravámenes impuestos a China la semana pasada, expandiendo considerablemente la guerra comercial.
“Esto es algo muy importante: hacer que Estados Unidos vuelva a ser rico,” declaró Trump al firmar el decreto. Esta afirmación, simple en su enunciado, enmascara un impacto de gran envergadura en la economía internacional.
Los países más afectados son los aliados de Estados Unidos. Canadá y México, socios comerciales clave bajo el T-MEC, se encuentran en una situación crítica. Canadá, principal proveedor de acero para EE.UU. (con 11.200 millones de dólares en enero), y también líder en exportaciones de aluminio (9.500 millones de dólares), sufre un golpe directo a su economía.
La medida, según el asesor comercial de Trump, Peter Navarro, busca: “Los aranceles al acero y al aluminio 2.0 pondrán fin al dumping extranjero, impulsarán la producción nacional y asegurarán nuestras industrias como columna vertebral y pilares de la seguridad económica de Estados Unidos.”
Esta decisión, aunque no sorpresiva dado el historial de Trump y sus declaraciones previas –incluyendo su frase célebre durante la campaña: “aranceles es mi palabra favorita”–, genera incertidumbre. El anuncio se hizo tras un fin de semana agitado, con el presidente adelantando la noticia en el Air Force One, incluso mientras se anunciaba el cambio de nombre del Golfo de México a Golfo de América.
Las consecuencias son amplias y variadas. Además de los impactos directos a países como Canadá y México, se espera un aumento en los costos para empresas y consumidores estadounidenses, afectando sectores como la industria automotriz, las bebidas en lata, etc. Este efecto cascada aún necesita ser evaluado a fondo.
Cabe recordar que la semana pasada, Canadá y México lograron una prórroga de un mes en la aplicación de aranceles tras negociaciones con la administración Trump. México, que superó a China en 2023 como principal proveedor de Estados Unidos (con importaciones de 505.851 millones de dólares en 2024), logró un respiro a cambio de medidas reforzadas de control fronterizo. Similar situación vivió Canadá, aunque con promesas de controlar el tráfico de fentanilo y personas.
La estrategia de Trump, que utiliza el argumento de la amenaza a la seguridad nacional por el tráfico de fentanilo (ignorando la complejidad de la demanda interna), se extiende ahora a nivel global, abarcando países como China, a quien ya se le impusieron aranceles del 10% la semana pasada.
La respuesta de China, con aranceles recíprocos por valor de 14.000 millones de dólares, ya entró en vigor, mientras que una llamada entre Trump y Xi Jinping sigue pendiente. En definitiva, el panorama económico internacional se presenta convulso, con consecuencias aún impredecibles.